viernes, 31 de julio de 2015

Terror gourmet (V): 'Necronomicon' (1993)


De entre todas las producciones audiovisuales que en las últimas décadas han tomado como punto de partida la obra literaria de H. P. Lovecraft, esta cinta es seguramente una de las más desconocidas por parte del gran público, quedando en su momento relegada su exhibición en muchos países al formato doméstico o a los correspondientes festivales de cine fantástico. Dividida en tres segmentos independientes pero interrelacionados por una trama secundaria protagonizada por el propio escritor de Providence, Necronomicon (1993) tiene entre sus filas a tres directores muy diferentes: el francés Christophe Gans es el responsable de la primera historia, cuyos únicos nexos de unión con la literatura lovecraftiana son el apellido de un personaje -el protagonista del relato Las ratas en las paredes- y la aparición de criaturas procedentes de los Mitos de Cthulhu; el segundo segmento -basado en Aire frío- corre a cargo del japonés Shusuke Kaneko, futuro director de la trilogía iniciada por Gamera: El guardián del universo (1995); por su parte, el último segmento -inspirado en El que susurraba en la oscuridad- y la historia que sirve como hilo conductor corresponden a Brian Yuzna, figura clave en muchas adaptaciones cinematográficas de la obra de Lovecraft, habiendo figurado su nombre hasta el día de hoy, como productor o director, en películas como Re-Animator (1985), Re-sonator (1986), La novia de Re-Animator (1989) o Beyond Re-Animator (2003). 

‘The Cold’, el segmento dirigido por Shusuke Kaneko, tiene el lujo de contar en su reparto con David Warner, un habitual del género fantástico -Los héroes del tiempo (1981), En compañía de lobos (1984), Waxwork: museo de cera (1988), En la boca del miedo (1995)- cuya mera intervención y portentosa voz suman puntos a una historia sobre un científico dispuesto a alargar su vida por todos los medios, aunque entre ellos se incluya el asesinato; el ‘cortometraje’ contiene ciertos hallazgos visuales -unas gafas reflejadas en un vaso de café, un charco de sangre que actúa como espejo, etc.-, un final efectista pero efectivo y un prudente equilibrio entre los efectos prácticos y digitales, pero ha acabado siendo célebre por un detalle más bien anecdótico: el compositor de la banda sonora de este segmento, Daniel Licht, participaría años después en la serie de televisión Dexter (2006-2013), y aquí puede escucharse ya una versión preliminar de la conocida pieza ‘Blood Theme’, que suena durante los créditos finales de la conocida producción de Showtime. En cuanto a ‘Whispers’, el segmento de Brian Yuzna brinda los momentos  más desvergonzados, explícitos y gore de todo el conjunto, y resulta curiosa la aparición de rasgos temáticos y estéticos similares a las del videojuego Silent Hill, lanzado seis años después: una agente de policía armada con una linterna, restos de sangre y pasillos oscuros, monstruos a los que disparar… Por lo que se refiere a ‘The Library’, la historia protagonizada por H. P. Lovecraft que conecta los tres segmentos, es conocida sobre todo por la risible y postiza barbilla usada por Jeffrey Combs -célebre por sus colaboraciones con Yuzna- para dar vida al escritor.

Necronomicon (1993)

El segmento que abre la cinta es ‘The Drowned’ y está dirigido  por el único realizador galo adscrito al proyecto, Christophe Gans, quien años más tarde conocería el éxito con las cintas de acción y/o terror Crying Freeman (1995), El pacto de los lobos (2001) y Silent Hill (2006). En esta ocasión, Gans -para quien esta película suponía su debut en la dirección, después del cortometraje de corte fantástico Silver Slime (1981)- se vale del travelling, los planos cortos y en primera persona, un breve flashback en blanco y negro, una meritoria banda sonora de Joseph LoDuca -colaborador frecuente de Sam Raimi- y un clímax final en el que se dan cita efectos prácticos y digitales, para dotar de atmósfera a una historia cuya mejor baza termina siendo la lúgubre mansión en que transcurre casi todo el cortometraje, de varios pisos y con una hermosa cristalera en su techo; en cuanto a su reparto, Richard Lynch aporta veteranía y Bruce Payne cierto carisma a un 'cortometraje' entretenido pero que, como el resto de la película, no logra nunca quitarse de encima cierto aroma a producción televisiva -y que además poco tiene que ver con la mayormente sutil y enigmática prosa lovecraftiana-. Quizás lo más destacable sea el hecho de que Necronomicon (1993) supuso la primera colaboración de Christophe Gans con Samuel Hadida y Davis-Films, productor y compañía de producción -respectivamente- de sus tres siguientes incursiones en el largometraje. 

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