sábado, 7 de julio de 2018

Cine, cine y más cine







Verano de 2018. Ya están aquí el calor, los mosquitos, los bañistas, los programas de TV repetidos y... nuestros amados/odiados blockbusters -aunque cada vez la época estival tenga menos importancia y las cintas más taquilleras se estrenen en otros meses del año-. Por mi parte, hasta el momento he decidido ahorrarme Jurassic World: el reino caído -creo que la cinta original es la única que he disfrutado realmente-; espero como auténtico maná caído del cielo Misión Imposible: Fallout -prometo que será la primera película sobre la que hablaré a la vuelta de vacaciones y... no volverá a 'dar la lata'-; iré al cine también a ver Ant-Man y la Avispa esperando al menos un digno entretenimiento -y, a poder ser, alguna escena post-crédito que alivie la tensión hasta Los Vengadores 4-; y aunque nunca he sido un enamorado de Los Increíbles, es evidente que todo lo relacionado con Pixar y Brad Bird es de obligado visionado. 

Verano de 2008. En esta columna solemos retrotraernos a épocas pasadas y, sobre todo, al mítico verano de 1996 -Misión Imposible, La Roca, Twister...-, pero, ¿qué se estrenó por estas fechas hace 'solo' diez años? La primera parte de Kung Fu Panda, por ejemplo; la verdad es que no me entusiasmó demasiado, pero sí la segunda película que vi aquella noche en los cines de verano de Aguadulce: Venganza, el inicio del romance de Liam Neeson con el cine de acción -y también del romance de los espectadores con este 'nuevo' icono del género-. Aquel fue también el verano de la segunda secuela de La Momia -del todo prescindible, en mi opinión- o de Wall-E -que, como me pasa con casi todas las películas de Pixar, me parece que va de más a menos-; la cinta de Pixar la vimos en el Yelmo de Roquetas, al igual que El caballero oscuro -curiosamente, la fundacional Iron Man se había estrenado solo unos pocos meses antes. 

Verano de 1998. Para despedir esta columna y también esta temporada de La última escena, ¿por qué no retroceder otros diez años en el tiempo? Aquí la lista es larga y creo que la dividiré por los lugares en que vi cada película: de Secuestro no recuerdo casi nada, pero sí que la vendían como el debut en la dirección del guionista de El fugitivo, y que la vi en una de las salas pequeñas de los Cines Imperial; Deep Rising la vi en los cines de verano de Aguadulce -y lo cierto es que últimamente tengo ganas de volver a verla-; Seis días y siete noches tocó en el Cervantes -cuánto encanto tenía ir allí a ver cualquier película-; y como por aquel entonces pasábamos algunos veranos en Madrid, fue en aquella ciudad -plagada de pósteres de ¡El coyote: la película!- donde vi Perdidos en el espacio, Armageddon, Godzilla o Arma Letal 4... 

Publicado en La Voz de Almería (6-7-18)

viernes, 29 de junio de 2018

Series, series y más series


















Vuelve, a casa vuelve... Estas últimas semanas han vuelto a casa dos de nuestras series más queridas: Supernatural y Terrace House -que no es una serie, pero casi como si lo fuera-. En su día seguíamos las aventuras de los hermanos Winchester mediante internet -como con casi todas las series- y, más recientemente, acudiendo a las ediciones en Blu-Ray de importación, pero ahora hemos empezado a ver la treceava temporada -jamás había escrito esta palabra- en Movistar, a dos capítulos por semana. Ojalá nos queden muchos años de Sam y Dean. Por su parte, el programa japonés estrenó hace mucho nuevos episodios, pero las circunstancias no nos habían permitido ponernos al día; y como siempre que nombro Terrace House, no puedo dejar de recomendarlo a cualquier persona que disfrute con los 'buenos' realities.

De poliamor y avatares. Desde que me 'obligué' a ver al menos dos capítulos al día, de dos series distintas -uno mientras desayuno y otro de camino al trabajo-, cada pocas semanas toca tomar una decisión delicada para cualquier seriéfilo: 'cuál será mi siguiente serie'. En este caso, además, necesito que sean siempre de poco más de veinte minutos. Ahora mismo estoy con dos producciones de lo más diferentes, pero ambas muy disfrutables. Por un lado, Avatar. La leyenda de Aang: había leído muchas cosas sobre esta producción animada de Nickelodeon y la verdad es que, con solo dos episodios vistos, entiendo la buena prensa que siempre la acompaña. ¿Lo mejor? Que aún me quedan casi 60 capítulos. Por otro lado, Tú, yo y ella, o la historia de amor entre un matrimonio y una chica de compañía: un tema que en otras series sería tratado de forma espinosa y que aquí se presenta de forma ligera, cómica y cariñosa. 

Y la Doctora volvió a Andalucía. Para terminar la columna de hoy, toca hablar sobre la que se ha terminado convirtiendo -creo- en la única serie que en casa todavía no seguimos mediante ninguna plataforma VOD o recurriendo al formato físico: Doctor Who. La producción británica visitó hace años el Fort Bravo de Almería o, más recientemente, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, pero esta vez le ha tocado a una localidad granadina: Guadix. Lo que me recuerda que hace unas semanas soñé que llegaba el día del estreno de la nueva temporada de la serie, nos poníamos a verlo y debíamos parar el capítulo a medias por un asunto de lo más peregrino. Desde aquí hago un llamamiento a la BBC para que Doctor Who llegue cuanto antes, aunque solo sea por mi salud mental. PD. Algún día habrá que dedicar algún párrafo a los sueños relacionados con el cine o la TV -que en mi caso no han sido precisamente pocos.


Publicado en La Voz de Almería (29-6-18)

sábado, 16 de junio de 2018

¿Equipo Hillary o Equipo David?



Hace siete días dejábamos en el aire un cliffhanger: hablar por fin de los programas 'de casas' que inundan la parrilla de Divinity. Y no utilizo la palabra 'inundar' a la ligera: hay programas sobre gente que renueva y vende su casa para poder permitirse otra mejor; sobre gente que decide fabricarse una mini-casa; sobre gente que decide no fabricársela sino contratar a un equipo especializado; sobre gente que va a comprar su primera vivienda; sobre gente que va a comprar su primera vivienda pero cuenta con la ayuda de una persona experta; sobre gente que quiere convertirse en arrendador y transformar la parte inferior de su casa en un piso de alquiler para sacarse un dinero extra; sobre gente que busca la casa de sus sueños eligiendo una vivienda poco apetecible que luego habrá que reformar; o sobre gente que reforma su casa pero al mismo tiempo va buscando otra para luego decidir entre una de las dos opciones. 

Este último tipo de programas -y que conste que me he dejado muchos más en el tintero- son los de una franquicia titulada en España como Tu casa a juicio, aunque yo prefiero el nombre original, Love It or List It -'amarla o venderla'-; y a día de hoy existen hasta ¡cinco! spin-offs ambientados en Vancouver, Inglaterra o Australia. La dinámica es sencilla y repetida hasta la saciedad, pero tremendamente efectiva: una familia -es lo más habitual- no sabe si quedarse en su casa haciendo unas pequeñas reformas o mudarse a otra, y el programa acude en su ayuda: una persona se encargará de renovar su vivienda y otra de buscarles otra mejor, y ambas contarán con un presupuesto determinado. ¿El gran secreto del programa y lo que de verdad lo diferencia de miles de formatos similares? La personalidad, dinámica, química y competitividad entre ambos 'presentadores': Hillary y David pusieron el listón muy alto en la serie 'madre' -una pena que dejaran de tomarse una copa al final de cada programa-, pero Jillian y Todd no les andan a la zaga -lo suyo se acerca más a la screwball comedy-; e incluso los australianos Andrew y Neale -primer dúo masculino de la franquicia- hacen una buena pareja. 

Ronda de preguntas. ¿Por qué no me atrae nada lo visto en el primer avance de la nueva versión de Ha nacido una estrella, con Bradley Cooper y Lady Gaga? ¿Por qué tengo la sensación de que todo el entusiasmo con la nueva secuela de Halloween -espero de corazón equivocarme- acabará en desengaño? ¿Y por qué tras ver el tráiler de First Man -lo nuevo del director de La La Land junto a Ryan Gosling- lo primero que he pensado ha sido 'otra película que no tengo ganas de ver'? Prometo volver en siete días con pensamientos más positivos. 

Publicado en La Voz de Almería (15-6-18)

sábado, 9 de junio de 2018

Divinity o 'Tu Televisión a Juicio'


















Lo he dicho una y mil veces: siempre me ha fascinado la televisión, y me refiero a la de toda la vida; la de encender el aparato y 'rezar' para dar con un programa, una serie o una película decentes. Crecí con las películas de los fines de semana en TVE1, siempre intentaba darle una oportunidad a la parrilla de La2 -Qué grande es el cine era y será siempre mi programa favorito- y fui un atento seguidor de las novedades de Cuatro hasta que empezó a convertirse en el esperpento 'telecinquero' que es actualmente. Pero desde hace bastantes años la cosa ha cambiado y ahora en casa la programación televisiva tradicional es más bien el pequeño paréntesis entre maratones de series y atracones de películas; lo que se pone mientras cenamos o cuando los ojos impiden leer más subtítulos -sobre todo si se habla japonés... 

Durante un tiempo esos ratos los ocuparon los documentales de Discovery Max -hoy DMAX-, pero su puesto se lo acabó quedando Divinity, y así continúa siendo a día de hoy. ¿Motivos para la crítica?  Los hay a montones: los programas residuales derivados de los realities de Telecinco -canal que en nuestro mando a distancia ocupa, desde hace mucho, un número indeterminado entre el 50 y el 60-, las interminables y abruptas pausas para la publicidad -un mal endémico de casi toda la televisión en abierto-, el lamentable uso de antiguas series de Cuatro o Telecinco -ya solo la calidad de imagen de la 'renacida' Yo soy Bea daña las retinas- o los inexplicables maratones de ciertos programas -lo que en EEUU o Canadá emiten en un año aquí se emite en una semana-. Pero también hay cosas positivas, aunque hablaremos de ellas la semana que viene; sé que esta columna, tal y como anunciábamos hace siete días, estaba originalmente ideada para hablar de los programas 'de casas', pero -como de costumbre- los párrafos se acaban y no puedo despedirme sin hablar aunque solo sea un poco sobre.... 

Trollhunters. A falta de visionar el último capítulo de la serie -algo que haré nada más termine estas líneas-, no podría estar más contento con su última y tercera temporada: acción, drama, humor, aventuras, personajes carismáticos y las consecuencias del triste fallecimiento de Anton Yelchin -y, sobre todo, la forma que ha tenido la serie de abordar el doblaje de su personaje- han hecho de ella una experiencia para recordar. Ahora solo queda confiar en que las futuras entregas de la saga 'Tales of Arcadia' -3 Below y Wizards, esta última colofón de las dos anteriores y de nuevo con los personajes de Trollhunters- mantengan el equilibrio entre diversión y calidad conseguido hasta ahora por la serie creada por Guillermo del Toro. 

Publicado en La Voz de Almería (8-6-18)

sábado, 2 de junio de 2018

De Harrison Ford y Han Solo


A principios de año -o quizás fue a finales del pasado- afirmé que durante estos doce meses iba a intentar hablar de temas lo más variados posibles y, en la medida de lo posible, sin morderme demasiado la lengua. Espero que la columna de hoy sea buen ejemplo de ello...

Disfrutar o no disfrutar. Llevo notándolo hace años: cada vez con más frecuencia las opiniones sobre los últimos estrenos de cine comercial se aglutinan en torno a dos bandos diferenciados. Y es que están quienes despotrican sobre casi cualquier película de superhéroes o del último blockbuster de gran presupuesto y más bien poco corazón/guión. Pero también están quienes afirman que quien no disfruta con tal película de éxito no sabe disfrutar del cine de evasión, para a continuación quejarse de que cuando eramos niños y niñas íbamos al cine simplemente para disfrutar... Este último planteamiento me parece de lo más incoherente: hay películas que no me desagradaban cuando era pequeño y ahora encuentro horribles, pero no es menos cierto que cuando vi en el cine Batman y Robin, Caza legal o La amenaza fantasma, ya era bastante consciente de su dudosa calidad y no me limitaba a 'disfrutar' de ellas porque sí. 

Ford y Solo. Todo esto viene a cuento de Han Solo, el último spin-off de la saga galáctica por antonomasia. He escuchado muchas opiniones, pero casi todas estaban en uno de los dos bandos comentados en el anterior párrafo. Por mi parte, no he acudido al cine con miedo a pasarlo tan mal como con Rogue One o Los últimos Jedi. Pero quiero pensar que el motivo es más romántico: mi devoción por Harrison Ford durante mi época adolescente. Y no digo 'devoción' a la ligera: mi carpeta del instituto estaba llena de fotos suyas, grababa todas sus películas en VHS, compraba todos los libros relacionados con su carrera, mi agenda estaba llena de apuntes o dibujos relacionados con sus películas -incluida sus logros en taquilla- y cuando fui con mi hermano pequeño a ver Lo que la verdad esconde a la Sala 4 de los Cines Imperial de Almería tuve la esperanza de que su personaje fuera 'bueno' hasta que empezaron los títulos de crédito. Decir que mi vida giraba en torno a Ford no sería exagerar demasiado; es por ello que se me hace inimaginable una película de Han Solo sin su presencia. 

PD. Hoy, mientras volvía del trabajo, he escuchado por la radio parte de la moción de censura y me he acordado de cuánto hecho de menos Borgen... 

Otro PD. Algún día tenemos que hablar sobre 'las casas', que es como llamamos en casa -perdón por la redundancia- a los programas que llenan la inmensa parrilla de Divinity. ¿Os viene bien la semana que viene? 

Publicado en La Voz de Almería (1-6-18)

sábado, 26 de mayo de 2018

Segundas oportunidades














Hoy la cosa va de segundas partes: la secuela de Deadpool, la segunda temporada de Por trece razones o la segunda vez que he visto The Great Passage -un anime de lo más interesante. 

Deadpool 2. Más presupuesto, más efectos especiales, más localizaciones, más personajes, más minutos de metraje... La secuela del éxito de 2016 es 'más' en todos los sentidos y me imagino que quien disfrutara de la primera parte lo hará también de esta segunda. Quien esto escribe lo pasó incluso mejor, sobre todo gracias a la agradecida avalancha de chistes metacinematográficos -creo que casi aplaudí con el referido a Frozen-, a los jugosos cameos -algunos de los más inesperados- y a la que ya ha sido bautizada como la mejor escena post-créditos -en realidad mid-credits- de los últimos años. Me hubiera encantado explayarme más, pero es de esas películas que se disfrutan más sin conocer de antemano los chiste; y también habiendo visto/sufrido -dependiendo de cada entrega- todas las películas de Lobezno... 

Por trece razones. Actrices y actores -sobre todo ellos- cuyo aspecto parece más propio de una universidad que de un instituto, personajes que con cierta frecuencia toman decisiones que podrían verse como absurdas, una cierta propensión a crear expectación sobre detalles o secretos que al final no resultan tan cruciales para la historia... A la serie de Netflix se le pueden reprochar muchas cosas, y creo que casi todo el mundo estará de acuerdo en que esta segunda temporada no ha resultado tan redonda como su predecesora -algo que resultaba difícil-, pero para quienes todavía recordamos lo que era sentirse adolescente continúa siendo un plato muy difícil de rechazar. ¿Lo más negativo? Quizás que su último capítulo no deja, en esta ocasión -y a pesar de numerosos cabos sueltos-, con tantas ganas de nuevos capítulos...

The Great Passage. Hace unos meses disfruté de esta serie de animación japonesa durante los viajes al trabajo y esta misma semana tuve la oportunidad de verla otra vez tranquilamente en casa y en compañía, gracias -entre otras cosas- a que su única temporada consta de solo once capítulos de veinte minutos. Basada en una exitosa novela de Shion Miura que ya dio pie a una adaptación cinematográfica en 2013, The Great Passage cuenta el -arduo y largo- proceso de elaboración de un diccionario, así como las peripecias vitales que rodean al equipo humano encargado del mismo. Un guión milimetrado, una banda sonora extraordinaria y unos personajes a los que es imposible no cogerles cariño lo convierten en uno de los animes más interesantes que he visto en los últimos años, de esos que nunca me canso de recomendar. 

Publicado en La Voz de Almería (25-5-18)

viernes, 18 de mayo de 2018

De Margot Kidder a 'Deadpool 2'



La semana pasada, tras descartar un par de películas en Movistar+ por falta de subtítulos -incluso en el caso de una comedia romántica francesa bastante reciente-, me puse por fin con el documental De Palma, centrado en la figura de... Brian De Palma. El cineasta habla a cámara durante casi dos horas sobre su vida y obra mientras se intercalan imágenes de sus películas y rodajes, y aunque el enfoque es tradicional acaba siendo de lo más efectivo. Uno de los títulos nombrados era Hermanas, protagonizado por Margot Kidder, fallecida hace solo unos días. Nunca fui un apasionado de las películas clásicas de Superman, por lo que no puedo hablar demasiado de su famosa Lois Lane, pero la recuerdo perfectamente, no solo en el film dirigido por De Palma, sino en otros dos hitos del terror de los años setenta: Navidades Negras -una de esas cintas imprescindibles para conocer los orígenes del slasher- y Terror en Amityville -hoy en día son casi una veintena los films inspirados en los mismos hechos que allí se relataban. 

De una actriz mítica a otra actriz mítica, que todavía sigue entre nosotros pero a la que un servidor no ha empezado a apreciar hasta hace poco: Barbra Streisand. Hace unas semanas pudimos ver Funny Girl en pantalla grande y la verdad es que no sorprende que ganara el Oscar aquel año -compartido con Katherine Hepburn por El león en invierno-: pocas veces he visto una demostración de carisma de tal intensidad en un debut cinematográfico. Más tarde vimos por primera vez -ya en casa- ¿Qué me pasa, doctor? y, aparte de acabar chillando de la risa, mi impresión sobre Streisand se mantuvo intacta. Algo similar me ocurrió a principios de año descubriendo a Paula Prentiss comiéndose la pantalla -y a Rock Hudson- en la sesentera Su juego favorito; lástima que esta última no acabara prodigándose tanto en el séptimo arte...

PD. La columna se acaba y, como de costumbre, se quedan temas en el tintero: el estreno de Deadpool 2 -cuando hace poco revisamos la primera parte en formato doméstico me pareció algo menos redonda que durante el primer visionado en el cine, pero ya solo por los chistes sobre Cobra o el cine de John Hughes tendrá mi cariño eterno-, la nueva temporada de Por trece razones -no tengo reparos en admitir que este fin de semana procederé al maratón de rigor, con vistas a comentarla aquí dentro de siete días- o la constatación de que mi visionado de televisión en directo es ya casi inexistente -hace unas noches hice zapping por primera vez en meses y comprobé con tristeza que lo más destacable de la parrilla eran un Mira quién baila 2.0, la enésima edición de Supervivientes y varias películas que empezaban casi a las 23:00...  

Publicado en La Voz de Almería (18-5-18)

viernes, 4 de mayo de 2018

De 'Los Vengadores' a De Niro


Vengadores: Infinity War. Haré como la película de los hermanos Russo y, sin más preámbulos, iré a lo que nos interesa. ¿Lo mejor -siempre bajo de mi punto de vista personal-? Una escena pre-créditos cuya intensidad dramática parece más propia de un clímax, la primera aparición de Steve Rogers/Capitán América -ahora que lo pienso, muy en la línea estética del último plano de Capitán América: Civil War-, el cómo consigue ser una secuela de casi todas las 18 películas anteriores del Universo Cinematográfico Marvel, una escena protagonizada por Thor que hizo aplaudir a la sala entera -algo ya de por sí digno de alabar-, un villano de altura, una escena post-créditos de lo más efectiva y, sobre todo, una sensación de peligro y estrés muy conseguida, si bien en mi caso producida más por lo que mi mente auguraba que por lo que finalmente llega a pasar -profundizar más en ello sería entrar en el terreno de los spoilers-. ¿La peor parte? Como casi siempre, algunos tiempos muertos -menos que nunca, eso es verdad-, 'infinitos' momentos de humor simplón, personajes que sirven casi exclusivamente como elemento humorístico -me viene a la mente Bruce Banner/Hulk- y unos diálogos que hacen que determinados personajes, nada más conocerse, pasen de lanzarse insultos o puyas continuas a declararse amistad eterna en menos de lo que dura un chasquear de dedos. 

Huida a medianoche. Me lo pasé muy bien con la última propuesta de Marvel Studios; pero mentiría si dijera que no disfruté más unos días antes, viendo por primera vez esta buddy/road movie de finales de los 80 protagonizada por Robert De Niro y Charles Grodin -el padre de Beethoven, uno más de la familia (1992)-. El film de Martin Brest no tiene ningún elemento espectacular, pero cumple a todos los niveles: como comedia -unos running gags estupendos-, como cinta de acción -las persecuciones son de lo más resultonas-, como película de personajes -estupenda la química entre ambos- e incluso como historia dramática: en un momento determinado, el personaje interpretado por De Niro se ve obligado a protagonizar un emotivo encuentro familiar y reconozco que quien esto escribe tuvo que sacar los pañuelos. Disfruto con un blockbuster, pero son cintas como esta las que me hacen amar el cine. 

PD. El tema de los kleenex me recuerda que no puedo dejar de recomendar Violet Evergaden, uno de los últimos animes de Netflix. Una animación absolutamente espectacular -no exagero al decir que la diferencia con la inmensa mayoría de series de animación de los últimos tiempos es sonrojante- para una historia de las que llegan al corazón en cada capítulo.

Publicado en La Voz de Almería (4-5-18)

sábado, 28 de abril de 2018

Vengadores, Shyamalan y más















Ya está aquí uno de los blockbusters del año, Vengadores: Infinity War, que se ha vendido como la culminación de diez años de Universo Cinematográfico Marvel. Reconozco que he visto todas y cada una de las películas en pantalla grande, empezando por Iron Man en los Cines Yelmo de Roquetas de Mar. Algunas me han encantado -Capitán América: el Soldado de Invierno-, otras me han parecido entretenimientos de gran calibre -Capitán América: El primer vengador, Los Vengadores, Black Panther, Guardianes de la Galaxia-, algunas me resultaron totalmente olvidables -Iron Man 2, El Increíble Hulk, Thor- y en ciertas ocasiones me dieron ganas de salirme del cine -Doctor Strange, Guardianes de la Galaxia 2-  En cualquier caso, y al margen de la calidad cinematográfica de cada entrega, no cabe duda de que, para bien o para mal, han rediseñado el cine de la última década. El próximo viernes... hablaremos de Vengadores 3.  

¡Aviso! Este segundo párrafo contiene -y aunque quizás no sean necesarios, nunca está de más curarse en salud- spoilers de la última película M. Night Shyamalan, Múltiple. Y es que a principios del año que viene llegará otro crossover ligado al 'cine de superhéroes': Glass, la culminación de la particular trilogía iniciada ¡en 2000! con El protegido y continuada gracias a la cinta protagonizada por James McAvoy; que el actor escocés no obtuviera ni siquiera una nominación al Mejor Actor fue una auténtica sorpresa, pero no mayor que la que guardaba su última escena: un cameo de Bruce Willis retomando su papel de David Dunn -pocas veces me he emocionado tanto en una sala de cine durante los últimos años-. Shyamalan y el reparto de Glass -incluida Sarah Paulson- han presentado las primeras imágenes y el argumento de la película durante una convención cinematográfica y la cosa no puede tener mejor pinta.

PD. Tiene poco que ver, pero nada más finalizar el último capítulo de Kantaro: el empleado goloso, no pude dejar de imaginarme a este amante de los dulces en una aventura conjunta -a lo 'Vengadores'- con el simpático jubilado de Samurai Gourmet y el enigmático dueño del restaurante en el que tienen lugar las historias de Midnight Dinner: Tokyo Stories. Tres series niponas recientes y con importantes diferencias -dinámicas, atmósferas, tipos de platos-, pero con un gran nexo en común: lo relajantes, absorbentes, didácticas y adictivas que resultan todas sus escenas gastronómicas -algo que, personalmente, ya me ocurría con los tramos del videojuego Catherine, también japonés, ambientados en el pub al que acude el protagonista-. Ahora solo me queda encontrar alguna serie de corte similar... ¡seguiremos informando!

Publicado en La Voz de Almería (27-4-18)

sábado, 21 de abril de 2018

Nostalgias varias


















Nostalgia cinéfila. Uno de los detalles más comentados a raíz del reciente estreno de Ready Player One ha sido su homenaje a una de las cintas de terror más emblemáticas del siglo XX: El resplandor (1980). Confieso que el último trabajo de Steven Spielberg no me ha atraído tanto como para verlo en cines, pero esta referencia metacinematográfica al largometraje de Kubrick me ha traído a la memoria la primera vez que vi Twister (1996), en la mítica Sala 4 de los Cines Imperial de la capital: me refiero al momento en que se nos muestra un autocine en el que se está proyectando la película en cuestión. La escena dura poco más de tres minutos, pero nunca olvidaré la forma de introducir dicho homenaje: durante los primeros segundos parece que ha habido un error y se ha colado metraje del film protagonizado por Jack Nicholson, y no es hasta que la cámara retrocede y deja ver el autocine, cuando nos damos cuenta del engaño. 

Nostalgia televisiva. Una de las protagonistas de Twister -ya he perdido la cuenta de las veces que el film de Jan de Bont ha aparecido en esta columna-, Helen Hunt, encabezaba por entonces, junto a Paul Reiser -ahora de nuevo en alza tras su aparición en Stranger Things-, una popular sitcom estadounidense que llegó a tener hasta siete temporadas: Loco por ti. Y si la traigo a colación es porque se trata de la última comedia televisiva de éxito que, habiendo terminado su emisión hace una, dos o incluso tres décadas, anuncia su regreso a la parrilla. ¿Ejemplos? Padres forzosos -en este caso en forma de spin-off-, Rosseanne, Will & Grace... Todo esto me ha recordado la época en la que se rumoreaba con fuerza la posibilidad de una película de Friends o el original planteamiento escogido por Larry David y Cía para dar continuidad a Seinfeld -convirtiendo el regreso de la serie en una subtrama de Curb Your Enthusiasm

Nostagia amorosa. Un tipo de nostalgia bien diferente es la que siente Tommy Albright, el personaje interpretado por Gene Kelly, durante el epílogo de Brigadoon (1954) -el tercer y último musical que el astro rodó a las órdenes de Vincente Minnelli-: hastiado de su ajetreada vida en la gran ciudad y sin poder quitarse de la cabeza a la mujer de la que está enamorado, vuelve a Escocia en busca de un pueblo que parece haberse esfumado del mapa... Hace unos días revisamos la película en casa y, a pesar de seguir emocionándome con su desenlace, noté algo que suelo asociar más al cine de acción: eché de menos al protagonista cuando no estaba en pantalla. Me pasa igual durante las escenas de Muerte súbita en las que no aparece Van Damme, o con Bruce Willis en el último tramo de Mercury Rising -monopolizado por Alec Baldwin... 

Publicado en La Voz de Almería (20-4-18)

domingo, 15 de abril de 2018

Policías, gurús y juicios














El tiempo libre de la semana pasada lo dediqué, como de costumbre, a visionar tanto películas -entre ellas la polémica Elle, la simpática Grabbers o la ochentera Blue Steel, comentada aquí hace siete días- como series -por fin terminé la tercera temporada de Rick and Morty-, pero sobre a un género que no suelo visitar demasiado a menudo últimamente: los documentales; aunque en este caso fueran, técnicamente, 'series' documentales. 

Flint Town. Poco más de cien policías para una ciudad estadounidense de 100.000 habitantes, recién salida de un escándalo medioambiental y habitual en la lista de poblaciones más violentas. Ese es el planteamiento de esta producción que, a lo largo de ocho capítulos, intenta mostrar con todo lujo de detalles el microcosmos de la comisaría de Flint. Asistimos a turnos de noche, redadas, arrestos y demás actividades policiales, pero también a conversaciones íntimas, escenas caseras y momentos familiares. Rodada y editada como una película de alto presupuesto, y tan adictiva como la mejor serie 'de profesiones' -¿Urgencias?-, se podrá decir de Flint Town que es algo efectista, pero no se podrá negar que es tremendamente efectiva. 

Wild Wild Country. Un gurú de la India decide fundar una comuna en EEUU: eso es todo lo que sabía sobre esta serie -vendida con frases del estilo 'hay que verla para creerla'- y es quizás todo lo que hay que saber sobre ella para disfrutarla al máximo. Dotada de un gran apartado técnico, una banda sonora prodigiosa, un archivo audiovisual absolutamente descomunal -no quiero imaginarme el tiempo para seleccionar todo el material mostrado- y multitud de entrevistas a personas implicadas en los hechos, la serie tiene su verdadero punto fuerte, sin embargo, en una historia tan rocanbolesca y sorprendente que, cada cinco o diez minutos, es capaz de desencajar la mandíbula del espectador: en mi caso, al menos, lo consiguió. 

Making a Murderer. La historia de Steven Avery -arrestado por asesinato poco después de salir de la cárcel, tras pasar allí casi dos décadas por un crimen que, según el ADN, no cometió- fue la primera serie documental de gran éxito lanzada por Netflix y sin ella quizás no existirían todas las que vinieron después. Aunque carece de los recursos cinematográficos de los que hacen gala las dos anteriores propuestas, ello no la hace menos valiosa. Los temas musicales de Gustavo Santaolalla -en la línea de su obra maestra, la BSO del videojuego The Last of Us-, los endiablados entresijos de la historia y las absorbentes escenas judiciales -a veces de larga duración- hacen de ella una serie triste y dura, pero también adictiva e  imprescindible. 

Publicado en La Voz de Almería (13-4-2018) 

sábado, 7 de abril de 2018

Regreso al videoclub


Hace unos días tuve la suerte de visitar de nuevo -no lo había hecho desde su última y palpable renovación- el local de Aguadulce que más veces he frecuentado a lo largo de los últimos más de veinte años: el mítico videoclub 'Koki', tantas veces nombrado en esta columna -e incluso en la dedicatoria de alguno de mis libros-. Allí alquilé mi primer VHS -quizás Jungla de cristal III: la Venganza-, mi primer DVD -Windtalkers- y alguno de mis primeros Blu-ray -que paradójicamente no recuerdo-. ¿Anécdotas? Tendría para varios párrafos. Basta decir que el nº de socio de nuestra familia ¡es el 2!... Siempre me acordaré, por ejemplo, de cuando alquilamos por enésima vez El fugitivo -que yo ya había visto en una de las salas pequeñas de los Cines Imperial-: Antonio nos avisó de ello y le dijimos que éramos conscientes... O de cuando nos permitieron devolver DragonHeart sin haberla visto y cogerla al día siguiente. 

Antonio es hijo de Koki y quien lleva la siempre estupenda 'programación' del videoclub -últimos estrenos, animes, series...-. Con él estuvimos un buen rato hablando sobre todo tipo de temas: cine, televisión, VOD, piratería ¡e incluso política! Compartimos nuestra decepción con lo último de Alex Garland -personalmente, Aniquilación me aburrió hasta la médula-, debatimos sobre el binomio películas/series o sobre las carencias de plataformas como Netflix, Movistar+ o Amazon Video. En esta última tuve hace poco, precisamente, mi última 'sorpresa': me disponía a ver Blue Steel, un thriller con Jamie Lee Curtis y dirigido por Kathryn Bigelow que llevaba años queriendo ver, y comprobé que, para variar, no incluía subtítulos ni idioma original... Al final, por unas razones u otras, lo de menos fue la película a alquilar: La cordillera, protagonizada por Ricardo Darín; a mí me gustó -sin volverme loco- y en casa debatimos sobre la ambigüedad del desenlace e incluso de la propuesta en su conjunto.

Cada vez que leo algún artículo sobre la desaparición de otro videoclub en nuestro país -a lo largo de la última década han pasado de ser casi 10000 a menos de 500-, me acuerdo inmediatamente de 'Koki' y me alegro de que en mi familia sigamos alquilando y siendo el socio nº 2. De hecho, mucha gente se sorprende cuando hablo sobre su existencia, y diría que hay quienes piensan que los videoclubs desaparecieron por completo del territorio español. PD.: Antonio me dijo que estas últimas vacaciones de Semana Santa mucha gente que había vuelto a Aguadulce a pasar unos días le confesó cuánto echaban de menos un sitio así donde estaban viviendo actualmente; y yo le comenté que me pasaba exactamente lo mismo...   

Publicado en La Voz de Almería (06-04-18)

viernes, 16 de marzo de 2018

De Guillermo del Toro a 'Borgen'



Se hace difícil, después de unos días marcados por una de esas noticias insoportablemente tristes y en los que Almería ha copado portadas e informativos, pero toca volver a hablar de cine y televisión -a veces únicos reductos para huir de la tragedia y crueldad (in)humana... 

La forma del agua. Llego tarde a la función, pero confirmo que al final pude ver el último trabajo de Guillermo del Toro unas pocas horas antes de que el film consiguiera, entre otras, la estatuilla a Mejor Película. Como le dije a alguien ese mismo día, no me 'cambió la vida', pero me gustó bastante. Quizás mi mayor problema tiene que ver con su guión -la clásica caída de ritmo después de un portentoso segundo acto- y con el reparto de tiempo en pantalla -hubiera preferido más historia de amor y menos trama de espías-, pero escenas como la que termina con el rostro de Michael Shannon iluminado tras un corte de luz, el insuperable diseño de producción o el cariño de Del Toro para con sus personajes hacen que me olvide de ello. Además, no todos los días triunfa en los Oscars una película que visibiliza la masturbación femenina, que muestra un romance inter-especies y que incluye planos de automutilación. 

Women Power. Comento esto justo después del exitoso 8-M, pero es algo que llevo pensando mucho tiempo. Hace unas semanas, a mitad del visionado de Crudo (2016), tuve la sensación de que estaba dirigida y/o escrita por una mujer, algo que confirmé nada más aparecer los títulos de crédito. Y es que, casualidad o no, en los últimos tiempos aquellos thrillers o películas de terror que más me han impactado, y que más emociones me han hecho sentir, estaban realizados por directoras: Marina de Van -En mi piel, Don't Look Back-, Jennifer Kent -Babadook- o la propia Julia Ducournau -Crudo- son las primeras que me vienen a la mente. De hecho, uno de mis sueños literarios sería acometer un ensayo colectivo sobre este tema...

Y entonces llegó Rita. Estos días ando terminando la serie Borgen, y aunque aún estoy acostumbrándome al nuevo 'mapa' emocional y político planteado por el capítulo 21, de lo que más me acuerdo ahora mismo es del episodio de la segunda temporada en el que empezó a intervenir -dando vida a un personaje secundario pero vital- Mille Dinesen, protagonista de la única otra serie danesa que he visto en mi vida, Rita. Para colmo, capítulos después apareció también Peter Gantzler -su ex-marido en aquella otra serie-... PD.: acabo de descubrir que el reparto de una de mis eternas películas pendientes, The Duke of Burgundy, está encabezado por Sidse Babett Knudsen, protagonista de Borgen. Razón de más para terminar de decidirme. 

Publicado en La Voz de Almería (16-3-18)

viernes, 2 de marzo de 2018

Subtítulos, parecidos y animes

















Lost in Traslation. La semana pasada reconocía que estaba disfrutando recuperando películas recientes que me había perdido en cines gracias al Paquete Cine de Movistar+, pero también me quejaba de la falta de idiomas y subtítulos en una buena parte de las cintas que había añadido a Favoritos. Esta semana me ha seguido pasando lo mismo -ya no con giallos o cintas de terror de ínfimo presupuesto, sino también con una producción Disney como Zafarrancho en el rancho (2004)-, pero el premio se lo lleva 48 horas más (1990), la buddy movie de Walter Hill protagonizada por Eddie Murphy y Nick Nolte: el audio estaba desincronizado unas pocas milésimas de segundo -por decir algo- y el visionado no fue, precisamente, una maravilla. 

El efecto Winchester. Esta misma semana, viendo uno de los últimos capítulos de Trollhunters, encabezado por dos personajes secundarios -y en el que además se presentan, aún no sé si de forma chapucera o magistral, los dos futuros spin-offs de la serie creada por Guillermo del Toro-, me vino a la cabeza el episodio de Supernatural en el que Sam y Dean dejaban todo el protagonismo a los 'Ghostfacers'. Y tampoco puedo dejar de pensar en los Winchester estos días, mientras devoro la primera temporada de uno de esos animes considerados 'clásicos contemporáneos' y que a día de hoy aún tenía pendiente: Fullmetal Alchemist: Brotherhood: dos hermanos siempre envueltos en aventuras sobrenaturales repletas de drama y humor, y traumatizados por la muerte de su madre cuando eran pequeños. Sé que las diferencias son infinitamente mayores que las semejanzas -tanto con Fullmetal como con Trollhunters-, pero es lo que tiene haber visto cientos y cientos de capítulos de la serie de CW...  

30 animes. Esa es la cifra de series de animación japonesas que Netflix tiene previsto estrenar a lo largo de 2018 dentro de su -cada vez más ingente- catálogo de producción propia: es decir, creadas exclusivamente para la plataforma; las primeras en llegar serán B: The Beginning y A.I.C.O. Incarnation, con estreno programado para los próximos días. Como aficionado al anime la noticia no puede resultarme más alentadora, pero luego caigo en que los pocas producciones de animación japonesas que he dejado o he estado a punto de dejar a medias en los últimos tiempos eran, precisamente, originales de Netflix -Knights of Sidonia, ID-0 o Devilman Crybaby- y procuro bajar las expectativas; de todas formas, de treinta series tienen que salir, por pura estadística, un buen puñado de series como mínimo interesantes -y ojalá que alguna que otra obra maestra-. Como suelo decir: seguiremos informando...  

Publicado en La Voz de Almería (02/03/18)

viernes, 23 de febrero de 2018

'Black Panther' y otros temas

















Un repaso a la última -y exitosa- propuesta de Marvel Studios, un par de comentarios sobre la plataforma VOD líder en nuestro país y una mención al binomio 'comedia/autobiografía'. 

Black Panther. ¿Recuerdan que a principios de año comenté -otra vez- la pereza que me producía enfrentarme a las nuevas entregas de los universos DC, Star Wars o Marvel? Pues debo reconocer que la película dirigida por Ryan Coogler se ha convertido ya en mi película favorita del universo marvelita, junto a Capitán América: El soldado de invierno. ¿La vería otra vez? No estoy seguro. ¿Disfruté en el cine? La respuesta es sí, y eso para mí es ya un triunfo dado mi reciente historial con el sello superheróico de Disney. ¿Los motivos? Una trama entretenida -de verdad que solo le pido eso a una película 'de entretenimiento'-,  un reparto solvente, un diseño de producción de lo más vistoso, una banda sonora estupenda -me enamoraron, sobre todo, los temas orquestales a cargo de Ludwig Göransson- y, para qué negarlo, un grupo protagonista conformado en su inmensa mayoría por mujeres y personas de raza negra: dos colectivos invisibles en la mayoría de blockbusters venidos de Hollywood. 

Pros y contras. Desde hace unos días en casa nos hemos suscrito al Paquete Cine de Movistar+ y los sentimientos son encontrados. Por un lado, ha sido estupendo recuperar un montón de películas que no habíamos podido ver en cines a lo largo de los últimos años -por tiempo, presupuesto o ambas cosas-. Pero por otro lado -y aquí entramos de lleno en el territorio 'problemas del Primer Mundo'-, la experiencia con la aplicación en sí misma es como poco decepcionante: unos menús que al retroceder te llevan cien filas más arriba y, sobre todo, el comprobar que casi la mitad de las cintas que había añadido a la lista de favoritos carecen de versión original y/o subtítulos. En cualquier caso, de aquí a un mes seguiremos informando... 

Trevor Noah. Hace unas semanas, a raíz de la cancelación de One Mississippi -tras solo dos temporadas en Amazon Video-, leí en internet un comentario que venía a subrayar el hecho de que casi todos los humoristas/monologuistas que deciden sacar adelante un proyecto de ficción terminan inspirándose o recurriendo directamente a su biografía: Louie, Master of None, la citada One Mississippi... No sé qué pensaría este usuario del nuevo proyecto de Trevor Noah -muy recomendable su especial de Netflix Afraid of the Dark-: una adaptación cinematográfica de su propia novela autobiográfica Born a Crime, que a su vez comparte muchos elementos con su documental You Laugh But It's True -también bastante interesante. 

Publicado en La Voz de Almería (23/02/18)

viernes, 16 de febrero de 2018

Series, cine y pensamientos



Después de sobrevivir a San Valentín y al Martes Trece, este viernes toca comentar series que se acaban -para volver en un futuro no demasiado cercano-, distopías setenteras, teorías cinéfagas y un breve avance de la próxima semana. Luces, cámara... ¡Acción!

La última frontera. Esta semana terminó la primera temporada de Star Trek: Discovery y lo más seguro es que tengamos que esperar hasta 2019 para ver nuevos episodios protagonizados por Burnham, Saru, Tilly o Stamets. Hacía mucho tiempo que no seguía una serie semana a semana -con la excepción de Doctor Who- y no ha estado mal esto de esperar siete días o más para conocer el destino de situaciones y personajes. La serie de CBS All Access ha contado, a su vez, con una herramienta estupenda para generar una mayor base de fans: la tertulia semanal After Trek: que un desconocedor del universo trekkie como yo haya disfrutado tanto de la serie como del talk show dice mucho del nuevo rumbo adoptado por la veterana franquicia. 

Soylent Green. El pasado fin de semana vi por fin Cuando el destino nos alcance (1973), una de las películas responsables -junto a El planeta de los simios o El último hombre... vivo- de que el nombre de Charlton Heston nos traiga a la mente futuros inciertos y distopías más pertinentes que nunca. Ya conocía el desenlace y, sobre todo, el famoso giro final de la historia -algo que me ha ocurrido, y supongo que no seré el único, con más de un clásico del séptimo arte-,  pero ello no me impidió disfrutar de la película o, incluso, emocionarme con alguna escena. Sin ser una obra maestra -la trama criminal no es para tirar cohetes-, sus noventa minutos me ofrecieron un universo infinitamente mejor retratado que el de la reciente Altered Carbon.

El paso del tiempo. El tema daría para una sola columna -¿cuántas veces he dicho esta frase?-, pero no quería dejarlo pasarlo por alto. El caso es que a veces me da por pensar que tal vez mi 'yo' de hace veinte años disfrutaría de cintas que hoy encuentro aburridas y bastantes faltas de gracia -algo que últimamente podría aplicar a casi cualquier blockbuster-; y de hecho hay películas que no me disgustaron de pequeño y que ahora no soporto. Pero luego recuerdo que films como Los Vengadores -la de 1998-, Caza legal o Batman y Robin -curiosamente, ¡las tres vistas en el Teatro Cervantes!- me parecieron horribles ya en su momento...    

Black Panther. A principios de año aseguré que no estaba entre mis planes acudir al cine a ver la nueva película en solitario de Marvel Studios, pero el destino ha querido cruzar en mi camino un pase matinal este domingo: de modo que en siete días... la comentamos. 

Publicado en La Voz de Almería (16-02-18)

viernes, 9 de febrero de 2018

Que empiece el espectáculo
















Super Bowl 2018. De un tiempo a esta parte, el evento deportivo USA por antonomasia se ha convertido en una cita imprescindible para aquellas personas interesadas en ver los primeros o nuevos avances de los próximos blockbusters cinematográficos; los estudios lo saben y gastan cantidades astronómicas para que su película aparezca anunciada durante una de las numerosas pausas publicitarias del partido. Este 2018, los spots han sido para la secuela de Jurassic World -reconozco que me da una pereza enorme-, Skycraper -la enésima película de Dwayne Johnson en los últimos meses-, A Quiet Place -cinta de terror con una propuesta la mar de curiosa-, Gorrión Rojo -el reencuentro de Jennifer Lawrence con el director de Los juegos del hambre-, las terceras entregas de Los Vengadores y la 'saga' Cloverfield -la recepción de esta última ha sido regular, pero no cabe duda del 'antes y después' que ha supuesto su lanzamiento, Han Solo: Una historia de Star Wars -me extenderé sobre ella en mayo-, y...

Misión Imposible: Fallout. Tom Cruise/Ethan Hunt escalando una montaña; huyendo en coche y motocicleta; protagonizando una brutal pelea a tres bandas en unos aseos; estampándose contra un coche a toda velocidad; saltando entre dos edificios -la famosa escena en la que se lesionó el tobillo-; subiéndose a un helicóptero en marcha y, a continuación, pilotándolo entre montañas... Creo que ningún aficionado al -a veces tan denostado- cine de acción podría pedir mucho más, sinceramente. Según las estadísticas, el trailer con más repercusión en las redes sociales fue el de la cinta de Marvel Studios, pero diría que ninguno de ellos ha sido tan bien recibido como el de la próxima película de Christopher McQuarrie, el primer cineasta en repetir detrás de las cámaras -ojalá hubiera sucedido lo mismo con la secuela de Jack Reacher- a lo largo de la saga comenzada por Brian De Palma, hace más de veinte años. Prometo que no volveré a hablar de la cinta hasta su estreno en España: entonces, ya aviso, tocará recordar las cinco salas de cine de Almería en las que vi las cinco entregas anteriores. 

Cuándo dejar una serie. En los últimos días he dejado dos series; casualmente, las dos inscritas en el género de la ciencia-ficción. Por un lado, Altered Carbon: los dos primeros capítulos no me habían apasionado, pero cuando empecé a bostezar durante el tercero fue cuando me di cuenta de que tocaba retirarse... Por otro lado, Kokkoku, una serie de animación japonesa con un planteamiento muy prometedor, pero en el que falla casi todo lo demás -no sé si es algo heredado del manga original-... Ante tal avalancha de series y películas, toca priorizar. 

Publicado en La Voz de Almería (9-2-18)

viernes, 2 de febrero de 2018

Cambiando de tema
















Hoy toca tratar -como casi siempre- varios temas bien diferentes: una serie de televisión, una película de acción que se ha convertido en obsesión para este columnista y un anuncio de TV rodado en tierras almerienses. Esperemos que terminen por encajar -o quizá no haga falta... 

Star Trek: Discovery. La serie de la CBS -en concreto, de su servicio CBS All Access- está ya a punto de terminar su primera temporada -hace tiempo que fue renovada para una segunda entrega-, pero hasta ahora no habíamos hablado de ella por aquí. Confieso que, al margen de su espectacular inicio, los primeros capítulos no terminaron de engancharme, pero con el paso de las semanas se ha convertido en una imprescindible. Los motivos son muchos, pero si tuviera que destacar alguno sería su apuesta por convertir, desde mediados de temporada, cada final de capítulo en un 'final de temporada de Perdidos': situaciones límite, cambios de escenario radicales y a todos los niveles, personajes que no son quienes decían ser, etc. 

Mission Impossible: Fallout. Se está convirtiendo en tradición en esta columna -y ya son varias- hablar de la nueva entrega de Ethan Hunt una semana sí y otra también: espero que me perdonen... Hoy tengo excusa: ya hay póster oficial y pasado mañana -coincidiendo con la Super Bowl- veremos el primer trailer. Las informaciones e imágenes aparecidas en los últimos días dejan bien claro que esta vez la escena de acción más impactante de la película tendrá como protagonista un helicóptero; y, por supuesto, a Tom Cruise, que por lo que deja entrever el póster se marcará una escena con ciertos ecos al Jackie Chan de Supercop, en la que el astro chino surcaba las alturas mientras permanecía agarrado a dicho vehículo por una cuerda. 

Descubrir América. A principios de año comentábamos el ingente número de spots televisivos que se habían rodado en la provincia de Almería a lo largo de 2017, y justo esta semana se ha lanzado la última campaña publicitaria de McDonalds Portugal, en la que los paisajes almerienses cobran todo el protagonismo, simulando diferentes paisajes 'made in USA': el Oeste, Miami, Mississippi... Una vez visto el anuncio, y al margen de la ilusión que me produce -como todo lo que tenga que ver con rodajes en nuestra tierra-, no puedo dejar de hacerme una pregunta: ¿el hecho de que el espíritu y la estética estadounidenses sean casi nulos -en mi modesta opinión- ha sido un fallo del equipo técnico o es algo deliberado?  

PD. La serie Watchmen -lo nuevo de Damon Lindelof para la HBO, tras mi querida The Leftovers- ya tiene directora para su episodio piloto: Nicole Kassell. Seguiremos informando...

Publicado en La Voz de Almería (02-02-18)

viernes, 26 de enero de 2018

De los Óscar a Scooby-Doo


Cada año, por estas fechas, las nominaciones a los Premios Óscar me pillan igual de desprevenido. Confieso sin ningún tapujo que no he visto ninguna de las películas candidatas a llevarse la estatuilla a la Mejor Película -podría aplicarse a casi cualquier otra categoria-, aunque tengo muchas ganas de ver dos de ellas -una de próximo estreno en salas y otra ya disponible incluso en formato doméstico- y, curiosamente, las únicas de la lista adscritas a géneros cinematográficos históricamente poco oscarizables, como son el fantástico y el terror: Déjame salir y La forma del agua, de Guillermo del Toro. 

A finales del mes que viene se estrenará, precisamente, la secuela de una de las películas del cineasta mexicano con las que más disfruto: Pacific Rim. Últimamente prefiero reducir el visionado de avances promocionales al mínimo -sobre todo de aquellas cintas que tengo ilusión por ver, aunque ello no evite que esté loco por ver el inminente primer trailer de Misión Imposible: Fallout-, pero hace unos días me picó la curiosidad y ojeé en el móvil los de Pacific  Rim - Insurrección: nada me llamó especialmente la atención, excepto la breve alusión al tema principal de la banda sonora original, compuesta por Ramin Djawadi -uno de los mejores themes cinematográficos de aquel 2013, junto al compuesto por Brian Tyler para los créditos finales de Iron Man 3-. Lástima que, para esta continuación, hayan cambiado casi por entero al equipo técnico, incluyendo... al compositor. 

Pasando de la gran pantalla al mercado doméstico: el pasado fin de semana nos dio por ver, de una vez por todas, Paddington. ¿Las razones? La presencia de nuestro querido Peter Capaldi -la reciente y duodécima encarnación de Doctor Who-, lo sorprendidos que nos dejó en su día la abrumadora presencia del personaje en muchas tiendas de Londres y el haber sabido, en fechas recientes, que su secuela ha superado a Toy Story 2 en la web Rotten Tomatoes, como película con mayor número de reseñas positivas sin ninguna negativa. Lamentablemente, comprobamos que Netflix la había retirado recientemente de su catálogo y optamos por ver Fe de etarras -de Cobeaga sigo prefiriendo No controles, pero diré que la escena de la bandera nos hizo llorar de la risa-. ¿Lograremos ver Paddington? Seguiré informando.

PD. Antes de ayer me enteré -creo que escuché la noticia hace muchísimo tiempo, pero ya la había olvidado-, gracias a mi amigo Santi, de la próxima locura de la serie Supernatural -ya solo nos quedan tres capítulos para terminar la temporada ¡12!-: un capítulo animado en el que el universo de los Winchester se cruzará con el de Scooby-Doo. Cuento los días. 

Publicado en La Voz de Almería (26/01/18)

sábado, 20 de enero de 2018

Por dónde empiezo



Es un tema muy manido, pero... confieso que aún no hemos acabado enero de 2018 y yo ya tengo un considerable atasco en lo que a series se refiere, y tanto con las que veo solo como con las que veo en compañía. A medias con The Night Manager -el título español es un spoiler en sí mismo-, House of Cards -cuesta abstraerse de los hechos extra-cinematográficos- o Borgen -con infinitas diferencias con la anterior, por más que se las compare-, esta semana no me pude resistir a empezar la recién estrenada cuarta temporada de Rita -cuánto la echaba de menos...- y en la lista de pendientes ya están Trollhunters -ya casi ni me acordaba de que había nuevos capítulos-, la segunda temporada de Doctor Foster -¿será tan efectista pero, al mismo tiempo, tan adictiva como su predecesora- o la inminente cuarta entrega de mis queridas Grace & Frankie, entre otras; por no mencionar las aparcadas casi 'indefinidamente', como Urgencias -el revisionado llegó hasta finales de la segunda temporada- o Curb Your Enthusiasm -una de las pocas series que he seguido siempre religiosamente capítulo a capítulo, pero creo que mi horrible experiencia con la app de HBO me dejó traumatizado...

Para rematar, luego están esas producciones televisivas que, por más que reconozcas sus carencias, no puedes evitar encontrarlas tremendamente disfrutables. Pondré un ejemplo muy concreto: la longeva Supernatural, que ya va por su temporada número trece. Hace un tiempo puse una imagen de la serie en redes sociales y algunos comentarios hacían hincapié en el mismo concepto: el listón de calidad puede haber ido bajando con el paso del tiempo, pero los Winchester -los dos hermanos protagonistas- son ya como de la familia; y no puedo estar más de acuerdo. Así que en casa, cuando hace poco conseguimos la doceava temporada a buen precio, no tardamos en hacer una primera maratón -no hay más remedio con series a la antigua usanza, de más de veinte capítulos- y ya se ha unido a la lista de visionados actuales. 

PD. En fechas recientes, tan dadas a los informes anuales, se ha dado a conocer que, en 2017, la provincia de Almería acogió 91 rodajes. Muchos de ellos los fuimos comentando en esta columna, pero no todos, y por una razón bien sencilla: la mayoría fueron anuncios publicitarios. No sé cuantos de ellos habrán sido para el mercado doméstico y cuántos estarían destinados a emitirse en otros países, pero reconozco que el año pasado fueron varias las veces en que, al ver un spot en televisión -que cada vez veo menos, literalmente- o en internet -los famosos anuncios de Youtube-, comenté o me dije a mí mismo: "esto parece Almería...".   

Publicado en La Voz de Almería (19-1-18)

sábado, 13 de enero de 2018

Propósitos de año nuevo



¡Feliz año nuevo! Comienza 2018 y en La última escena volvemos a la carga para hablar de todo lo que rodea al mundo del cine y las series. Para seguir la tradición que suele acompañar a estas fechas, hoy toca contar cuáles son mis propósitos para estos próximos doce meses, en lo que a la ficción audiovisual se refiere: 

Ser más sincero que nunca. ¿Qué mejor manera de hacer honor a este propósito que empezar esta columna hablando de... Star Wars. Los últimos Jedi? Parece que fue hace una eternidad, pero hace solo unas semanas desde que la última entrega galáctica llegó a la gran pantalla. Para qué andarnos con rodeos: no me gustó; ni su sentido del humor, ni las subtramas ya bautizadas como 'Operación Marbella' y 'Persecución absurda' -quien la haya visto sabrá de lo que hablo-, ni la banda sonora de John Williams -en 'modo DJ' casi permanente, pinchando temas clásicos según los personajes que aparezcan en escena-, ni muchísimos otros elementos de la película. Confieso que los minutos iniciales o la escena espacial de 'cine mudo' me parecieron impresionantes, pero casi todo lo demás me aburrió hasta la médula: y no lo digo como fanático de la saga -no terminé de ver la última trilogía de George Lucas, con eso lo digo todo-, sino como un amante del buen cine de entretenimiento. 

No perder el tiempo. Los mayores bostezos que me he llevado durante 2017 fueron viendo las últimas películas de los universos Marvel, DC y Star Wars. Es por ello que mi pretensión es intentar, por todos los medios, 'saltarme' los visionados de Black Panther -que ya ha batido récords de venta anticipada de entradas en EEUU-, Aquaman -y eso que James Wan me cae la mar de simpático- y Han Solo -este es un caso aparte, y algún día tendré que extenderme al respecto, pero baste decir que en el instituto mi carpeta estaba forrada con fotografías de... Harrison Ford-. No sé si seré capaz de superar este 'reto' personal, pero en cualquier caso iré dando fe de su cumplimiento -o incumplimiento- en esta columna. 

Disfrutar de lo que me gusta. La onceava temporada de Doctor Who; la sexta entrega de Misión Imposible; la doceava temporada de Supernatural -cada vez estamos más de cerca de coger el ritmo de la serie-; El pasajero, la nueva colaboración entre Jaume Collet-Serra y Liam Neeson -una debilidad personal, por más rutinaria o clónica que pueda llegar a ser la propuesta-; el retorno del mejor reality de la historia -Terrace House- a tierras niponas; La forma del agua de Guillermo del Toro -una de las que no pudimos ver en el último Sitges-... Hay mucho por ver este año, y lo iremos comentado aquí, en La última escena

Publicado en La Voz de Almería (12-1-18)