viernes, 7 de agosto de 2015

Terror gourmet (VI): 'Peur(s) du noir' (2007)


Peur(s) du noir (2007) -‘Miedo(s) de la oscuridad’- está dirigida por un grupo de reputados dibujantes, ilustradores y artistas gráficos procedentes de distintos países y hasta entonces sin demasiada relación con el mundo cinematográfico. El film está compuesto por varias historias animadas en blanco y negro, cada una de ellas con un sello estético muy particular: una de ellas imita el dibujo en carboncillo, otra parece un cómic en movimiento y hay incluso un segmento en el que solo se nos muestran formas geométricas. A pesar de que no tienen un nexo argumental común, todas comparten el ‘miedo’ como eje temático y a lo largo de ellas se abordan aspectos como el terror a la oscuridad o a lo desconocido, el mundo de las pesadillas, la naturaleza de nuestras fobias, las consecuencias de la violencia o los recuerdos de juventud. Recibida positivamente por la crítica en el momento de su estreno -aunque desde ciertos sectores se le achacó ser no tanto una propuesta terrorífica para todo tipo de público, como una exhibición de talento artístico destinada a una audiencia muy minoritaria-, Peur(s) du noir (2007) contiene dos segmentos que, sin servir en última instancia como hilo conductor, sí que profundizan en la temática central del film y se desarrollan entre cada uno de los cortometrajes: a lo largo de la película somos testigos de cómo los cuatro perros de caza -uno por cada historia- de un sádico marqués del siglo XVIII atacan salvajemente a diversos individuos; y también escuchamos por trozos el monólogo de una mujer que habla sobre sus fobias cotidianas, desde su miedo a ser inútil para la sociedad hasta su preocupación por las circunstancias de su futura muerte -siendo éste precisamente el segmento acompañado por todo tipo de formas geométricas.

En cuanto a las historias principales, la primera de ellas está protagonizada por Eric, un chico tímido obsesionado con los insectos que, durante su época universitaria, conoce a la primera mujer de su vida, Laura, quien comenzará siendo la mujer de sus sueños pero acabará convirtiéndose en una presencia autoritaria y posesiva: ¿tendrá algo que ver con aquel insecto que se escapó de un bote de cristal cuando era pequeño y con los ruidos que, desde entonces, Eric ha escuchado detrás del cabecero de su cama? Narrado a través de la animación 3D y utilizando sabiamente los planos secuencia, el cortometraje de Charles Burns juega no solo con el miedo a los insectos o a la invasión de nuestro propio cuerpo, sino también con las ansiedades típicas que sobrevuelan casi cualquier relación de pareja: la dependencia, los celos, el tener o no tener hijos, etc. La segunda historia, por su parte, está ambientada en Japón y narra la historia de Sumako, una niña hospitalizada y forzada a soñar mediante la inyección de una misteriosa sustancia: se ve a sí misma yendo a un colegio donde es maltratada por sus compañeros y donde conoce la leyenda maldita de un samurái; ¿pero son solo pesadillas o tienen mucho que ver con un asesinato relacionado con la familia de Sumako? Utilizando la animación en ‘flash’ -tan de moda en los últimos tiempos gracias a los juegos online-, el cortometraje de Marie Caillou es el más imaginativo y demencial de todo el conjunto, ofreciendo al espectador un buen puñado de momentos chocantes y enfermizos, dignos de cualquier pesadilla. La tercera historia es quizás la más decepcionante de todas: centrado en los misteriosos acontecimientos ocurridos durante un verano de juventud -y seguramente inspirado en los paisajes urbanos del pintor italiano Giorgio de Chirico-, el cortometraje de Lorenzo Mattotti se limita a crear una atmósfera bella pero inquietante.

Peur(s) du noir (2007)

La última historia, a cargo de Richard McGuire -parte del departamento artístico de la aclamada Up (2009)-, es la ‘joya de la corona’ y de hecho una de sus imágenes fue parte indispensable del material publicitario de la película. Creado a partir de dibujos a mano y técnicas 3D, el cortometraje carece por completo de diálogos pero está repleto de efectos de sonido, los cuales ayudan a reforzar una clásica historia de fantasmas y casas encantadas que encuentra su mejor arma en el magistral uso del blanco y negro: un hombre fornido, calvo y con bigote -todo lo contrario al protagonista arquetípico de este tipo de historias, al menos en el séptimo arte- entra en una casa para refugiarse de una tormenta de nieve, pero lo que parece una simple casa abandonada se convierte con el paso de los minutos en un entorno de pesadilla y habitado por una enigmática presencia femenina. Es también el segmento más emparentado con el clásico relato de terror gótico: el visitante se dedica a investigar por los rincones de la siniestra vivienda; descansa junto al fuego del hogar mientras degusta un vaso de vino y ojea un álbum de fotos antiguas; sueña que alguien le ataca por detrás del sillón donde está durmiendo -como si se tratara del cuento de Cortázar ‘Continuidad de los parques’-; etc. Solo ya por el planteamiento estético de este cortometraje merece la pena acercarse a Peur(s) du noir (2007), cuyo punto álgido son precisamente las escenas en que el protagonista de esta última historia ilumina los rincones de la casa con la tímida luz de una vela: el negro se apodera entonces de la pantalla y los espectadores se ven forzados a imaginar lo que sucede en pantalla ayudados solo por unas pocas líneas o formas de color blanco.

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