viernes, 29 de junio de 2018

Series, series y más series


















Vuelve, a casa vuelve... Estas últimas semanas han vuelto a casa dos de nuestras series más queridas: Supernatural y Terrace House -que no es una serie, pero casi como si lo fuera-. En su día seguíamos las aventuras de los hermanos Winchester mediante internet -como con casi todas las series- y, más recientemente, acudiendo a las ediciones en Blu-Ray de importación, pero ahora hemos empezado a ver la treceava temporada -jamás había escrito esta palabra- en Movistar, a dos capítulos por semana. Ojalá nos queden muchos años de Sam y Dean. Por su parte, el programa japonés estrenó hace mucho nuevos episodios, pero las circunstancias no nos habían permitido ponernos al día; y como siempre que nombro Terrace House, no puedo dejar de recomendarlo a cualquier persona que disfrute con los 'buenos' realities.

De poliamor y avatares. Desde que me 'obligué' a ver al menos dos capítulos al día, de dos series distintas -uno mientras desayuno y otro de camino al trabajo-, cada pocas semanas toca tomar una decisión delicada para cualquier seriéfilo: 'cuál será mi siguiente serie'. En este caso, además, necesito que sean siempre de poco más de veinte minutos. Ahora mismo estoy con dos producciones de lo más diferentes, pero ambas muy disfrutables. Por un lado, Avatar. La leyenda de Aang: había leído muchas cosas sobre esta producción animada de Nickelodeon y la verdad es que, con solo dos episodios vistos, entiendo la buena prensa que siempre la acompaña. ¿Lo mejor? Que aún me quedan casi 60 capítulos. Por otro lado, Tú, yo y ella, o la historia de amor entre un matrimonio y una chica de compañía: un tema que en otras series sería tratado de forma espinosa y que aquí se presenta de forma ligera, cómica y cariñosa. 

Y la Doctora volvió a Andalucía. Para terminar la columna de hoy, toca hablar sobre la que se ha terminado convirtiendo -creo- en la única serie que en casa todavía no seguimos mediante ninguna plataforma VOD o recurriendo al formato físico: Doctor Who. La producción británica visitó hace años el Fort Bravo de Almería o, más recientemente, la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, pero esta vez le ha tocado a una localidad granadina: Guadix. Lo que me recuerda que hace unas semanas soñé que llegaba el día del estreno de la nueva temporada de la serie, nos poníamos a verlo y debíamos parar el capítulo a medias por un asunto de lo más peregrino. Desde aquí hago un llamamiento a la BBC para que Doctor Who llegue cuanto antes, aunque solo sea por mi salud mental. PD. Algún día habrá que dedicar algún párrafo a los sueños relacionados con el cine o la TV -que en mi caso no han sido precisamente pocos.


Publicado en La Voz de Almería (29-6-18)

sábado, 16 de junio de 2018

¿Equipo Hillary o Equipo David?



Hace siete días dejábamos en el aire un cliffhanger: hablar por fin de los programas 'de casas' que inundan la parrilla de Divinity. Y no utilizo la palabra 'inundar' a la ligera: hay programas sobre gente que renueva y vende su casa para poder permitirse otra mejor; sobre gente que decide fabricarse una mini-casa; sobre gente que decide no fabricársela sino contratar a un equipo especializado; sobre gente que va a comprar su primera vivienda; sobre gente que va a comprar su primera vivienda pero cuenta con la ayuda de una persona experta; sobre gente que quiere convertirse en arrendador y transformar la parte inferior de su casa en un piso de alquiler para sacarse un dinero extra; sobre gente que busca la casa de sus sueños eligiendo una vivienda poco apetecible que luego habrá que reformar; o sobre gente que reforma su casa pero al mismo tiempo va buscando otra para luego decidir entre una de las dos opciones. 

Este último tipo de programas -y que conste que me he dejado muchos más en el tintero- son los de una franquicia titulada en España como Tu casa a juicio, aunque yo prefiero el nombre original, Love It or List It -'amarla o venderla'-; y a día de hoy existen hasta ¡cinco! spin-offs ambientados en Vancouver, Inglaterra o Australia. La dinámica es sencilla y repetida hasta la saciedad, pero tremendamente efectiva: una familia -es lo más habitual- no sabe si quedarse en su casa haciendo unas pequeñas reformas o mudarse a otra, y el programa acude en su ayuda: una persona se encargará de renovar su vivienda y otra de buscarles otra mejor, y ambas contarán con un presupuesto determinado. ¿El gran secreto del programa y lo que de verdad lo diferencia de miles de formatos similares? La personalidad, dinámica, química y competitividad entre ambos 'presentadores': Hillary y David pusieron el listón muy alto en la serie 'madre' -una pena que dejaran de tomarse una copa al final de cada programa-, pero Jillian y Todd no les andan a la zaga -lo suyo se acerca más a la screwball comedy-; e incluso los australianos Andrew y Neale -primer dúo masculino de la franquicia- hacen una buena pareja. 

Ronda de preguntas. ¿Por qué no me atrae nada lo visto en el primer avance de la nueva versión de Ha nacido una estrella, con Bradley Cooper y Lady Gaga? ¿Por qué tengo la sensación de que todo el entusiasmo con la nueva secuela de Halloween -espero de corazón equivocarme- acabará en desengaño? ¿Y por qué tras ver el tráiler de First Man -lo nuevo del director de La La Land junto a Ryan Gosling- lo primero que he pensado ha sido 'otra película que no tengo ganas de ver'? Prometo volver en siete días con pensamientos más positivos. 

Publicado en La Voz de Almería (15-6-18)

sábado, 9 de junio de 2018

Divinity o 'Tu Televisión a Juicio'


















Lo he dicho una y mil veces: siempre me ha fascinado la televisión, y me refiero a la de toda la vida; la de encender el aparato y 'rezar' para dar con un programa, una serie o una película decentes. Crecí con las películas de los fines de semana en TVE1, siempre intentaba darle una oportunidad a la parrilla de La2 -Qué grande es el cine era y será siempre mi programa favorito- y fui un atento seguidor de las novedades de Cuatro hasta que empezó a convertirse en el esperpento 'telecinquero' que es actualmente. Pero desde hace bastantes años la cosa ha cambiado y ahora en casa la programación televisiva tradicional es más bien el pequeño paréntesis entre maratones de series y atracones de películas; lo que se pone mientras cenamos o cuando los ojos impiden leer más subtítulos -sobre todo si se habla japonés... 

Durante un tiempo esos ratos los ocuparon los documentales de Discovery Max -hoy DMAX-, pero su puesto se lo acabó quedando Divinity, y así continúa siendo a día de hoy. ¿Motivos para la crítica?  Los hay a montones: los programas residuales derivados de los realities de Telecinco -canal que en nuestro mando a distancia ocupa, desde hace mucho, un número indeterminado entre el 50 y el 60-, las interminables y abruptas pausas para la publicidad -un mal endémico de casi toda la televisión en abierto-, el lamentable uso de antiguas series de Cuatro o Telecinco -ya solo la calidad de imagen de la 'renacida' Yo soy Bea daña las retinas- o los inexplicables maratones de ciertos programas -lo que en EEUU o Canadá emiten en un año aquí se emite en una semana-. Pero también hay cosas positivas, aunque hablaremos de ellas la semana que viene; sé que esta columna, tal y como anunciábamos hace siete días, estaba originalmente ideada para hablar de los programas 'de casas', pero -como de costumbre- los párrafos se acaban y no puedo despedirme sin hablar aunque solo sea un poco sobre.... 

Trollhunters. A falta de visionar el último capítulo de la serie -algo que haré nada más termine estas líneas-, no podría estar más contento con su última y tercera temporada: acción, drama, humor, aventuras, personajes carismáticos y las consecuencias del triste fallecimiento de Anton Yelchin -y, sobre todo, la forma que ha tenido la serie de abordar el doblaje de su personaje- han hecho de ella una experiencia para recordar. Ahora solo queda confiar en que las futuras entregas de la saga 'Tales of Arcadia' -3 Below y Wizards, esta última colofón de las dos anteriores y de nuevo con los personajes de Trollhunters- mantengan el equilibrio entre diversión y calidad conseguido hasta ahora por la serie creada por Guillermo del Toro. 

Publicado en La Voz de Almería (8-6-18)

sábado, 2 de junio de 2018

De Harrison Ford y Han Solo


A principios de año -o quizás fue a finales del pasado- afirmé que durante estos doce meses iba a intentar hablar de temas lo más variados posibles y, en la medida de lo posible, sin morderme demasiado la lengua. Espero que la columna de hoy sea buen ejemplo de ello...

Disfrutar o no disfrutar. Llevo notándolo hace años: cada vez con más frecuencia las opiniones sobre los últimos estrenos de cine comercial se aglutinan en torno a dos bandos diferenciados. Y es que están quienes despotrican sobre casi cualquier película de superhéroes o del último blockbuster de gran presupuesto y más bien poco corazón/guión. Pero también están quienes afirman que quien no disfruta con tal película de éxito no sabe disfrutar del cine de evasión, para a continuación quejarse de que cuando eramos niños y niñas íbamos al cine simplemente para disfrutar... Este último planteamiento me parece de lo más incoherente: hay películas que no me desagradaban cuando era pequeño y ahora encuentro horribles, pero no es menos cierto que cuando vi en el cine Batman y Robin, Caza legal o La amenaza fantasma, ya era bastante consciente de su dudosa calidad y no me limitaba a 'disfrutar' de ellas porque sí. 

Ford y Solo. Todo esto viene a cuento de Han Solo, el último spin-off de la saga galáctica por antonomasia. He escuchado muchas opiniones, pero casi todas estaban en uno de los dos bandos comentados en el anterior párrafo. Por mi parte, no he acudido al cine con miedo a pasarlo tan mal como con Rogue One o Los últimos Jedi. Pero quiero pensar que el motivo es más romántico: mi devoción por Harrison Ford durante mi época adolescente. Y no digo 'devoción' a la ligera: mi carpeta del instituto estaba llena de fotos suyas, grababa todas sus películas en VHS, compraba todos los libros relacionados con su carrera, mi agenda estaba llena de apuntes o dibujos relacionados con sus películas -incluida sus logros en taquilla- y cuando fui con mi hermano pequeño a ver Lo que la verdad esconde a la Sala 4 de los Cines Imperial de Almería tuve la esperanza de que su personaje fuera 'bueno' hasta que empezaron los títulos de crédito. Decir que mi vida giraba en torno a Ford no sería exagerar demasiado; es por ello que se me hace inimaginable una película de Han Solo sin su presencia. 

PD. Hoy, mientras volvía del trabajo, he escuchado por la radio parte de la moción de censura y me he acordado de cuánto hecho de menos Borgen... 

Otro PD. Algún día tenemos que hablar sobre 'las casas', que es como llamamos en casa -perdón por la redundancia- a los programas que llenan la inmensa parrilla de Divinity. ¿Os viene bien la semana que viene? 

Publicado en La Voz de Almería (1-6-18)