sábado, 14 de noviembre de 2015

'Spectre' y el aburrimiento


Recuerdo perfectamente el día que vi Goldeneye (1995) en el cine; fue en la imponente y añorada Sala 4 de los Cines Imperial de la capital almeriense y, si no me falla la memoria, aquello estaba hasta la bandera. Era mi primera película ‘Bond’ en pantalla grande y no sé si por aquel entonces había visto ya alguna otra entrega del agente secreto: quizás alguna de las protagonizadas por Connery o Moore, por televisión –y en Canal Sur, concretamente–. Hoy en día mi opinión sobre la película ha cambiado bastante, pero aquella tarde de diciembre, tras ver la secuencia pre-créditos y a 007 capturando una avioneta en pleno vuelo, pensé que aquello era lo más emocionante que habían contemplado mis ojos.

Tras Goldeneye (1995) vinieron las decepciones: El mañana nunca muere (1997) –de nuevo en la Sala 4– me pareció entretenida, pero tras Mission: Impossible (1996) me sabía a poco; El mundo nunca es suficiente (1999) fue la última película ‘Bond’ de Brosnan que vi en el cine –en una de las salas pequeñas de los Imperial–; y Muere otro día (2002) la vi hace unos años por televisión, sin demasiado interés. Al mismo tiempo, fui revisando las anteriores entregas protagonizadas por 007, y tengo que reconocer que, a pesar de que lo considero el mejor James Bond de todos –existen pocos actores más carismáticos–, siempre me he aburrido con las películas encabezadas por Sean Connery.

Goldeneye (1995)

En 2006 llegó Casino Royale, y con ella, la ‘era Daniel Craig’: más presupuesto, más seriedad, menos fantasía, un Bond pre-007 y de nuevo Martin Campebll –Goldeneye– detrás de las cámaras. El metraje era exagerado, pero yo me lo pasé estupendamente en el cine y no me parece casualidad que sea la entrega favorita de una gran parte de los amantes del universo ‘Bond’. Quantum of Solace (2008) bajó el listón, es evidente, pero sus cien minutos se pasan en un suspiro y a quien esto escribe no le importa revisarla de vez en cuando, como entretenimiento puro y duro; no me ocurre lo mismo con Skyfall (2012), bella y referencial hasta decir basta, pero con la que nunca llego a conectar.

Este lunes fui a ver Spectre (2015) –la sala estaba casi vacía, nada que ver con la Fiesta del Cine– y me pasé las casi dos horas y media removiéndome en la butaca, presa del aburrimiento. No soy un experto en la etapa clásica, pero capté todos los homenajes. Y reconozco que la fotografía, las localizaciones y el apartado técnico son espectaculares –ojo a los rumores sobre su presupuesto–. Pero no disfruté con casi ninguna escena de acción –la pre-créditos no me pareció para tanto– y, por primera vez en mucho tiempo, al salir de la sala no estaba contando los días para reencontrarme de nuevo con 007…

Spectre (2015)

Publicado en La Voz de Almería (13-11-2015)

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