Técnicamente
y poniéndonos muy quisquillosos, aún queda poco más de una semana para el
solsticio de verano -el 21 de junio, a las 6:24 de la mañana-, pero creo que a
estas alturas ya podríamos dar por abierta la temporada estival, tanto en el
plano meteorológico como en el cinematográfico. Termina el curso académico, en
las oficinas la gente comienza a turnarse para irse de vacaciones, cada día
cuesta más tomarse el café caliente, decenas y decenas de series se despiden
hasta el próximo otoño, y a las carteleras empiezan a llegar nuestros queridos
y también temidos blockbusters.
A
Wonder Woman, la nueva apuesta del
universo fílmico DC tras las polémicas Batman
v Superman y Escuadrón Suicida -ya
he escrito aquí mi opinión sobre ellas varias veces en esta columna, así como
mi relación con las últimas películas de Marvel Studios- le ha ido bastante
bien en su estreno: críticas especializadas más que decentes -muchas de ellas
entusiastas- y una excelente acogida entre gran parte del público, que ha
convertido a la superproducción de Warner Bros. en la película dirigida por una
mujer más taquillera en su primer fin de semana: un dato que a muchos les
resultará superficial o anecdótico, pero que se presta a multitud de análisis
-quizás otro día…
Todo
lo contrario ha sucedido con The Mummy,
la primera entrega -la siguiente, una nueva versión de La novia de Frankenstein, no llegará hasta… ¡2019!- en el
hipotético nuevo universo fílmico de monstruos de Universal Pictures; digo
hipotético, porque ya quisieron hacer lo mismo con Drácula: la leyenda jamás contada -fracaso absoluto-, y porque, a
falta de conocer sus datos en taquilla, la acogida entre crítica y público ha
sido de lo más negativa. Claro que esto último no ha supuesto un obstáculo para
multitud de sagas recientes, así que… el ‘dios dinero’ tendrá la última
palabra. Tras la decepción que supuso la segunda parte de Jack Reacher, y sin demasiado interés por Barry Seal. El traficante -que se estrena en septiembre-, me temo
que tendré que esperar a Misión Imposible
6 para volver a ver al infatigable Tom Cruise en plena forma
cinematográfica.
Antes de
terminar, toca hablar de despedidas televisivas, ya que dos de ‘mis’ series
dijeron adiós para siempre: Bloodline y
The Leftovers. La primera ha recogido
un varapalo crítico incluso mayor que el de su segunda temporada, pero yo he
devorado y disfrutado sus últimos diez capítulos como en anteriores ocasiones.
Y sobre la producción de HBO co-creada por Damon Lindelof ya poco puedo decir a
estas alturas: en mi caso, más que una serie, ha sido una experiencia vital, de
las que sabes que te acompañarán por mucho tiempo.
Publicado en La Voz de Almería (9-6-2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario