El artículo de la semana pasada terminaba con
una pequeña mención al retorno de Las
chicas Gilmore, en forma de nueva
mini-serie de Netflix. Quien esto escribe disfrutó bastante del reencuentro con
Lorelai, Rory, Emily, Luke, Kirk, Taylor, Michel y ese largo etc. que conforma
la entrañable fauna de Stars Hollow. Tuve mis ‘peros’, por supuesto -la
irregular trama de Lorelai o los estirados números musicales-, pero a esta
serie lo que siempre le he pedido son sonrisas, carcajadas, ternura y emoción,
y de eso hubo mucho en estos cuatro nuevos capítulos. Ahora la cuestión es
saber si este será el prometido ‘broche final’ o si Netflix no tardará en
anunciar una nueva temporada…
Punto y aparte. Este pasado domingo fui a ver,
por fin, La llegada, la última
película de Denis Villeneuve -responsable de la inminente secuela de Blade Runner, ahí es nada- y una nueva
incorporación a ese panteón de largometrajes que, al parecer, ‘amas u odias’:
hay gente que la considera una de las mejores historias de ciencia-ficción del
séptimo arte y hay quienes casi piden el dinero a la salida del cine.
Personalmente, no me posiciono en ninguno de ambos extremos. Encontré aspectos
muy interesantes y escenas para enmarcar -la hipnótica llegada a la estación
militar, el posterior laberinto de pasillos, el ‘primer contacto’-, pero el tan
comentado desenlace no me llegó a emocionar; y eso que contaba con la ayuda del
compositor Max Rithcer -cuyas partituras me hacen recurrir a los clínex en casi
todos los capítulos de The Leftovers.
La llegada (2016)
Punto y aparte. Esta semana vimos en casa dos
películas ‘Disney’. Una de ellas fue El
viaje de Arlo, la problemática producción de Pixar que, finalmente, quedó
un tanto relegada tras el estreno de la exitosa Del revés. ¿Factura técnica? De 10 y un nuevo referente en cuanto a
animación digital. ¿Historia? Tópica, típica y con escaso margen de revisión.
Justamente lo contrario que Mulan, la
otra película ‘Disney’ -esta vez 100%- que vimos aquel día: canciones de lo más
efectivas -sobre todo esa maravilla titulada I’ll make a man out of you-, personajes carismáticos, humor y drama
en su justa medida… Una historia a la que no me importó volver de nuevo, por
enésima vez.
Punto y aparte. Estos días ando terminando la
tercera temporada de Bojack Horseman:
me costó un poco terminar la primera tanda de capítulos pero, como ya había
leído en numerosas ocasiones, lo mejor viene después. No siempre conecto con el
humor de la serie o con sus gags, pero su carga
dramática/melancólica/depresiva, su compromiso emocional con los personajes y
sus experimentos narrativos me parecen dignos de aplauso.
Bojack Horseman (2014-)
Publicado en La Voz de Almería (9-12-2016)
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