Hace ya casi tres semanas desde que el
protagonista de la saga ‘Hora punta’ -quizás su trabajo más conocido a nivel
internacional- recibiera un Óscar honorífico por toda su carrera. Algunas
personas lo han tachado de auténtico disparate, otras lo han recibido con
entusiasmo -sobre todos los aficionados al cine de Jackie Chan, obviamente- y
hay quienes entienden el premio solo como un paso más en el camino de Hollywood
para venderse definitivamente al mercado asiático. Aunque es conocida mi casi
total desconexión con los Óscar en las últimas décadas, mi primer libro estuvo
dedicado a la estrella hongkonesa, por lo que he creído necesario dedicarle
unas líneas a este asunto.
Antes de nada, ¿tan complicado es comprender la
diferencia entre un Óscar tradicional y un Óscar honorífico? Algunos de los
sorprendidos/ofendidos con que la Academia haya concedido este premio a Chan,
quizás pasan por alto que no se le ha otorgado por una actuación dramática o
cómica concreta, ni como guionista, director o productor por una película
determinada, sino por sus casi seis décadas delante y detrás de las cámaras.
Por mi parte, y aunque soy de los muchos que opinan que ‘Jackie’ -el gran
Viruete comentó en su día que debería haberme referido a él así a lo largo de
todo el libro- no necesitaba de un Óscar para demostrar su valía, esbocé una gran sonrisa al enterarme de la
noticia.
Me permitiré incluir
-para finalizar esta mini-reflexión- un pequeño extracto de La leyenda del luchador borracho, en el
que intentaba responder a la clásica pregunta ‘¿Es Jackie Chan la mejor
estrella de acción de todos los tiempos?’ -dichosas etiquetas…-: “Para quien esto escribe la cuestión es
bastante sencilla: Bruce Lee forma parte de la cultura universal, Sammo Hung es
toda una institución del cine hongkonés, Yuen Biao ha demostrado de sobra sus
habilidades físicas, Jet Li ha conseguido firmar una carrera impecable, Tony
Jaa ha hecho de los rodillazos su inolvidable ‘marca de la casa’ y Donnie Yen
es un trabajador incansable; pero ninguno de ellos se ha esforzado o
sacrificado tanto como Chan a la hora de entretener, fascinar e impresionar a
su público”.
PD.: el pasado fin de semana, y tras casi una
década ausentes de la pequeña pantalla, volvieron las Chicas Gilmore en forma
de miniserie de cuatro capítulos -eso sí, cada uno de una hora y media de
duración, lo que equivale casi a media temporada ‘de las de toda la vida’-,
gracias a Netflix y su productiva afición por aprovechar la nostalgia del
público televisivo -ahí están Madres
forzosas o Stranger Things para confirmarlo-; el viernes comentaremos
cómo han aguantado el tiempo Lorelai, Rory y compañía…
Publicado en La Voz de Almería (25-11-2016)
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