domingo, 2 de abril de 2017

Nunca digas nunca jamás

















El viernes pasado, en esta misma columna, hablábamos -muy bien- de Logan, la última incursión de Hugh Jackman en el personaje de Lobezno, y solo un día después se daba a conocer el nuevo avance promocional de La Liga de la Justicia: el cine de superhéroes está más de moda que nunca en las taquillas de todo el mundo y la cantidad de cintas protagonizada por personajes de DC o Marvel que se estrenan en 2017 es una buena muestra de ello. A finales de año, sin ir más lejos, podrá verse en los cines la mencionada Liga, es decir, la primera reunión cinematográfica de Batman, Wonder Woman, Aquaman, Flash, Cyborg y… sí, suponemos también que el Hombre de Acero.

Creo que ya lo he comentado antes aquí: mientras salíamos del cine tras el visionado de Escuadrón Suicida le dije a mis acompañantes: “nunca más”, o lo que es lo mismo, “nunca volveré a pasar por taquilla para ver una película de este nuevo universo DC”. Lo peor es que el nuevo tráiler de La Liga de la Justicia no ha hecho más que afianzar mis intenciones: todo son pantallas verdes, todo sucede de noche, todo son cámaras lentas y el montaje/sucesión de los acontecimientos tiene pinta de querer superar el caos narrativo de Batman v Superman. Para los más recelosos y recelosas, recordaré que Civil War y Doctor Extraño me hicieron sentir un hartazgo similar respecto al universo cinematográfico de Marvel Studios -digo similar, porque lo de DC es difícil de igualar.

Pero las decepciones y desilusiones no son algo exclusivo de las superproducciones: hace unos años una cinta de pequeño presupuesto titulada The Knights of Badassdom -y retitulada en España como… Los juegos del desmadre- consiguió convertirse casi en cinta de culto sin ni siquiera estrenarse: un reparto que incluía nombres como los de Summer Glau -Firefly-, Danny Pudi -Community- o Peter Dinklage -Juego de Tronos-; una historia que mezclaba los juegos de rol en vivo con la música metal; una calificación R que prometía emociones fuertes… El film comenzó a rodarse en 2010, llegó a unas pocas pantallas estadounidenses en 2014 y en España salió directamente en DVD a principios del año pasado; hace unas semanas la compré de segunda mano por 1 euro y creo que me salió demasiado cara: un absoluto despropósito a todos los niveles.

PD. Como cinéfago que soy, me cuesta decir esto, pero… menos mal que nos quedan las series. Si el viernes pasado informé de mi maratón de los primeros trece capítulos de House of Cards, hoy puedo decir que he acabado también la segunda temporada y ahora ando con la tercera tanda; larga vida a la nueva edad de oro de la ficción televisiva.

Publicado en La Voz de Almería (31-3-2017)

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