Aproximadamente trescientas películas
proyectadas a lo largo de diez días, 60.000 entradas vendidas, 130.000
espectadores llenando las salas, acercándose a su cincuenta
cumpleaños... Ya solo teniendo en cuenta estos datos, podemos afirmar
que la última y 46ª edición del Festival Internacional de Cine de
Cataluña -más conocido popularmente como el 'Festival de Sitges'-,
celebrada del 3 al 12 de octubre, ha sido todo un éxito; y más en los
tiempos de zozobra artística y económica que estamos viviendo
actualmente en nuestro país. En Almería sabemos bien de las bondades que
un Festival de Cine puede acarrear a una ciudad o provincia -ahí están
Almería en Corto o el AWFF para demostrarlo-, y es algo que en Sitges
llevan experimentando desde 1968.
Asociado generalmente al cine de terror o a las películas más extremas -anécdotas como las ambulancias habilitadas durante el estreno de Martyrs (2008) o polémicas como la imputación judicial que siguió a la proyección de A Serbian Film (2010) no han hecho más que acrecentar dicha apreciación-, el Festival de Sitges es en realidad un certamen abierto a todo tipo de cinematografías y géneros, con secciones dedicadas al thriller contemporáneo, al cine experimental e incluso al público infantil; ello no evita que el hilo conductor de todo el Festival siga siendo el género fantástico en toda su amplitud y que el cine de terror tenga una alta -y agradecida- presencia dentro de su programación.
Asociado generalmente al cine de terror o a las películas más extremas -anécdotas como las ambulancias habilitadas durante el estreno de Martyrs (2008) o polémicas como la imputación judicial que siguió a la proyección de A Serbian Film (2010) no han hecho más que acrecentar dicha apreciación-, el Festival de Sitges es en realidad un certamen abierto a todo tipo de cinematografías y géneros, con secciones dedicadas al thriller contemporáneo, al cine experimental e incluso al público infantil; ello no evita que el hilo conductor de todo el Festival siga siendo el género fantástico en toda su amplitud y que el cine de terror tenga una alta -y agradecida- presencia dentro de su programación.
Jean Dujardin en La French (Cédric Jimenez, 2014)
Siguiendo
una tradición instaurada desde hace algún tiempo, este año mi mujer y
yo volvimos a desplazarnos hasta Sitges para disfrutar del que muchos
llaman 'el mejor festival de cine fantástico del mundo' o, en menos
palabras, el 'Festival de Festivales'. En esta ocasión pudimos disfrutar
de Firestorm (2013) -una desmesurada y ridícula, pero aún así
efectiva, cinta de acción hongkonesa protagonizada por el incombustible
Andy Lay-, de La French (2014) -un vibrante thriller francés de ambientación setentera y encabezado por Jean Dujardin, el oscarizado protagonista de The Artist (2011)- y del díptico Runori Kenshin: Kyoto Inferno (2014) y Rurouni Kenshin: The Legend Ends (2014)
-una extenuante maratón de casi cinco horas en la que se pudieron ver
las dos últimas películas de la saga 'Kenshin', ineludible para los fans
del manganime original.
Pero
las proyecciones no son el único aliciente del Festival, que también
proporciona la posibilidad de asistir a exposiciones y conferencias; de
adquirir películas, libros y todo tipo de productos relacionados con el
séptimo arte; y, sobre todo, de compartir calles, mesas y butacas con
otros apasionados del cine más 'fantástico' -en todos los sentidos.
Fragmento del póster de Rurouni Kenshin: The Legend Ends (Keishi Ohtomo, 2014
Publicado en La Voz de Almería (7-11-2014, p. 31)
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