
Hasta cierto punto, podría resultar
algo injusto que muchas personas sientan –sintamos– como más cercanos y
dramáticos los fallecimientos de ciertas personalidades –estrellas del séptimo
arte, artistas musicales, etc.– que las del resto de las 150.000 personas que
mueren a diario. Pero también tiene su lógica, ya que aunque a la inmensa
mayoría no les conozcamos en persona, muchos de ellos y ellas nos han
acompañado durante tanto tiempo –y nos han hecho tanta compañía– como algunos
de nuestros mejores amigos o seres queridos: en la dulce oscuridad de la gran
pantalla, en la intimidad del ‘cine en casa’ o a través de las letras de esos
discos que volvemos a escuchar una y otra vez…
En las dos últimas semanas, han
dejado este mundo tres personalidades del mundo del espectáculo, siendo quizás
el de David Bowie el caso más sonado. Figura clave de la música pop desde la
década de los sesenta, el ‘Duque Blanco’ acababa de lanzar su último disco al
mercado –Blackstar, actualmente número
1 de ventas en EEUU y Reino Unido– y deja atrás un impresionante legado
artístico; en mi caso, siempre le recordaré como el mítico ‘Rey Goblin’ de Dentro del laberinto (1986) y por la
enigmática Life on Mars: una canción
que –al margen de sus méritos propios– conseguía emocionarme cada vez que
sonaba en la serie británica del mismo nombre. Adiós, Sr. Bowie.
Angus Scrimm (1926-2016)
También se despidió para siempre
Alan Rickman: conocido por una buena parte de la juventud actual por dar vida
al profesor Severus Snape en las adaptaciones cinematográficas de la saga
literaria protagonizada por Harry Potter –de Harry Potter y la piedra filosofal (2001) a Harry Potter y las reliquias de la muerte – Parte 2 (2011)–, el
actor deja para la posteridad una envidiable filmografía y un variado catálogo
de interpretaciones –villanos, galanes, papeles cómicos…–. Yo volveré a verle,
como mínimo, una vez al año y a finales del mes de diciembre, cada vez que
vuelva a revisar uno de mis clásicos navideños: La jungla de cristal (1988). Adiós, Sr. Rickman.
Por último, también nos dejó Angus
Scrimm, el menos ‘famoso’ de los tres, pero aquel cuyo fallecimiento me ha
dejado más impactado. El casi nonagenario actor no será conocido por la mayoría
del gran público, pero aquellas personas que han crecido con el cine de terror
de los ochenta y noventa lo reconocerán casi de inmediato por haber
interpretado al ‘Hombre Alto’ en la saga de culto iniciada por Phantasma (1979) –cuya quinta entrega
está a punto de estrenarse–: el papel que, de hecho, le llevó a protagonizar la
portada de mi segundo libro hasta la fecha… Adiós, Sr. Scrimm.
Publicado en La Voz de Almería (21-1-2016)