viernes, 16 de marzo de 2018

De Guillermo del Toro a 'Borgen'



Se hace difícil, después de unos días marcados por una de esas noticias insoportablemente tristes y en los que Almería ha copado portadas e informativos, pero toca volver a hablar de cine y televisión -a veces únicos reductos para huir de la tragedia y crueldad (in)humana... 

La forma del agua. Llego tarde a la función, pero confirmo que al final pude ver el último trabajo de Guillermo del Toro unas pocas horas antes de que el film consiguiera, entre otras, la estatuilla a Mejor Película. Como le dije a alguien ese mismo día, no me 'cambió la vida', pero me gustó bastante. Quizás mi mayor problema tiene que ver con su guión -la clásica caída de ritmo después de un portentoso segundo acto- y con el reparto de tiempo en pantalla -hubiera preferido más historia de amor y menos trama de espías-, pero escenas como la que termina con el rostro de Michael Shannon iluminado tras un corte de luz, el insuperable diseño de producción o el cariño de Del Toro para con sus personajes hacen que me olvide de ello. Además, no todos los días triunfa en los Oscars una película que visibiliza la masturbación femenina, que muestra un romance inter-especies y que incluye planos de automutilación. 

Women Power. Comento esto justo después del exitoso 8-M, pero es algo que llevo pensando mucho tiempo. Hace unas semanas, a mitad del visionado de Crudo (2016), tuve la sensación de que estaba dirigida y/o escrita por una mujer, algo que confirmé nada más aparecer los títulos de crédito. Y es que, casualidad o no, en los últimos tiempos aquellos thrillers o películas de terror que más me han impactado, y que más emociones me han hecho sentir, estaban realizados por directoras: Marina de Van -En mi piel, Don't Look Back-, Jennifer Kent -Babadook- o la propia Julia Ducournau -Crudo- son las primeras que me vienen a la mente. De hecho, uno de mis sueños literarios sería acometer un ensayo colectivo sobre este tema...

Y entonces llegó Rita. Estos días ando terminando la serie Borgen, y aunque aún estoy acostumbrándome al nuevo 'mapa' emocional y político planteado por el capítulo 21, de lo que más me acuerdo ahora mismo es del episodio de la segunda temporada en el que empezó a intervenir -dando vida a un personaje secundario pero vital- Mille Dinesen, protagonista de la única otra serie danesa que he visto en mi vida, Rita. Para colmo, capítulos después apareció también Peter Gantzler -su ex-marido en aquella otra serie-... PD.: acabo de descubrir que el reparto de una de mis eternas películas pendientes, The Duke of Burgundy, está encabezado por Sidse Babett Knudsen, protagonista de Borgen. Razón de más para terminar de decidirme. 

Publicado en La Voz de Almería (16-3-18)

viernes, 2 de marzo de 2018

Subtítulos, parecidos y animes

















Lost in Traslation. La semana pasada reconocía que estaba disfrutando recuperando películas recientes que me había perdido en cines gracias al Paquete Cine de Movistar+, pero también me quejaba de la falta de idiomas y subtítulos en una buena parte de las cintas que había añadido a Favoritos. Esta semana me ha seguido pasando lo mismo -ya no con giallos o cintas de terror de ínfimo presupuesto, sino también con una producción Disney como Zafarrancho en el rancho (2004)-, pero el premio se lo lleva 48 horas más (1990), la buddy movie de Walter Hill protagonizada por Eddie Murphy y Nick Nolte: el audio estaba desincronizado unas pocas milésimas de segundo -por decir algo- y el visionado no fue, precisamente, una maravilla. 

El efecto Winchester. Esta misma semana, viendo uno de los últimos capítulos de Trollhunters, encabezado por dos personajes secundarios -y en el que además se presentan, aún no sé si de forma chapucera o magistral, los dos futuros spin-offs de la serie creada por Guillermo del Toro-, me vino a la cabeza el episodio de Supernatural en el que Sam y Dean dejaban todo el protagonismo a los 'Ghostfacers'. Y tampoco puedo dejar de pensar en los Winchester estos días, mientras devoro la primera temporada de uno de esos animes considerados 'clásicos contemporáneos' y que a día de hoy aún tenía pendiente: Fullmetal Alchemist: Brotherhood: dos hermanos siempre envueltos en aventuras sobrenaturales repletas de drama y humor, y traumatizados por la muerte de su madre cuando eran pequeños. Sé que las diferencias son infinitamente mayores que las semejanzas -tanto con Fullmetal como con Trollhunters-, pero es lo que tiene haber visto cientos y cientos de capítulos de la serie de CW...  

30 animes. Esa es la cifra de series de animación japonesas que Netflix tiene previsto estrenar a lo largo de 2018 dentro de su -cada vez más ingente- catálogo de producción propia: es decir, creadas exclusivamente para la plataforma; las primeras en llegar serán B: The Beginning y A.I.C.O. Incarnation, con estreno programado para los próximos días. Como aficionado al anime la noticia no puede resultarme más alentadora, pero luego caigo en que los pocas producciones de animación japonesas que he dejado o he estado a punto de dejar a medias en los últimos tiempos eran, precisamente, originales de Netflix -Knights of Sidonia, ID-0 o Devilman Crybaby- y procuro bajar las expectativas; de todas formas, de treinta series tienen que salir, por pura estadística, un buen puñado de series como mínimo interesantes -y ojalá que alguna que otra obra maestra-. Como suelo decir: seguiremos informando...  

Publicado en La Voz de Almería (02/03/18)