De entre todas las producciones
audiovisuales que en las últimas décadas han tomado como punto de partida la
obra literaria de H. P. Lovecraft, esta cinta es seguramente una de las más
desconocidas por parte del gran público, quedando en su momento relegada su
exhibición en muchos países al formato doméstico o a los correspondientes
festivales de cine fantástico. Dividida en tres segmentos independientes pero
interrelacionados por una trama secundaria protagonizada por el propio escritor
de Providence, Necronomicon (1993)
tiene entre sus filas a tres directores muy diferentes: el francés Christophe
Gans es el responsable de la primera historia, cuyos únicos nexos de unión con
la literatura lovecraftiana son el apellido de un personaje -el protagonista
del relato Las ratas en las paredes- y la aparición de criaturas procedentes
de los Mitos de Cthulhu; el segundo segmento -basado en Aire frío- corre a
cargo del japonés Shusuke Kaneko, futuro director de la trilogía iniciada por Gamera: El guardián del universo (1995);
por su parte, el último segmento -inspirado en El que susurraba en la oscuridad-
y la historia que sirve como hilo conductor corresponden a Brian Yuzna, figura
clave en muchas adaptaciones cinematográficas de la obra de Lovecraft, habiendo
figurado su nombre hasta el día de hoy, como productor o director, en películas
como Re-Animator (1985), Re-sonator (1986), La novia de Re-Animator (1989) o Beyond Re-Animator (2003).
‘The Cold’, el segmento dirigido
por Shusuke Kaneko, tiene el lujo de contar en su reparto con David Warner, un
habitual del género fantástico -Los
héroes del tiempo (1981), En compañía
de lobos (1984), Waxwork: museo de
cera (1988), En la boca del miedo (1995)-
cuya mera intervención y portentosa voz suman puntos a una historia sobre un
científico dispuesto a alargar su vida por todos los medios, aunque entre ellos
se incluya el asesinato; el ‘cortometraje’ contiene ciertos hallazgos visuales
-unas gafas reflejadas en un vaso de café, un charco de sangre que actúa como
espejo, etc.-, un final efectista pero efectivo y un prudente equilibrio entre
los efectos prácticos y digitales, pero ha acabado siendo célebre por un
detalle más bien anecdótico: el compositor de la banda sonora de este segmento,
Daniel Licht, participaría años después en la serie de televisión Dexter (2006-2013), y aquí puede
escucharse ya una versión preliminar de la conocida pieza ‘Blood
Theme’, que suena durante los créditos finales de la conocida
producción de Showtime. En cuanto a ‘Whispers’, el segmento de Brian Yuzna
brinda los momentos más desvergonzados,
explícitos y gore de todo el
conjunto, y resulta curiosa la aparición de rasgos temáticos y estéticos
similares a las del videojuego Silent Hill, lanzado seis años después: una
agente de policía armada con una linterna, restos de sangre y pasillos oscuros,
monstruos a los que disparar… Por lo que se refiere a ‘The Library’, la
historia protagonizada por H. P. Lovecraft que conecta los tres segmentos, es
conocida sobre todo por la risible y postiza barbilla usada por Jeffrey Combs -célebre
por sus colaboraciones con Yuzna- para dar vida al escritor.
Necronomicon (1993)
El segmento que abre la cinta es
‘The Drowned’ y está dirigido por el único realizador galo adscrito al
proyecto, Christophe Gans, quien años más tarde conocería el éxito con las
cintas de acción y/o terror Crying Freeman
(1995), El pacto de los lobos (2001)
y Silent Hill (2006). En esta
ocasión, Gans -para quien esta película suponía su debut en la dirección,
después del cortometraje de corte fantástico Silver Slime (1981)- se vale del travelling, los planos cortos y en
primera persona, un breve flashback en blanco y negro, una meritoria banda
sonora de Joseph LoDuca -colaborador frecuente de Sam Raimi- y un clímax final
en el que se dan cita efectos prácticos y digitales, para dotar de atmósfera a
una historia cuya mejor baza termina siendo la lúgubre mansión en que
transcurre casi todo el cortometraje, de varios pisos y con una hermosa
cristalera en su techo; en cuanto a su reparto, Richard Lynch aporta veteranía
y Bruce Payne cierto carisma a un 'cortometraje' entretenido pero que, como el
resto de la película, no logra nunca quitarse de encima cierto aroma a
producción televisiva -y que además poco tiene que ver con la mayormente sutil
y enigmática prosa lovecraftiana-. Quizás lo más destacable sea el hecho de que
Necronomicon (1993) supuso la primera
colaboración de Christophe Gans con Samuel Hadida y Davis-Films, productor y
compañía de producción -respectivamente- de sus tres siguientes incursiones en
el largometraje.